Lecciones de la victoria conservadora en Francia

La ascensión del conservador Nicolas Sarkozy a la presidencia de Francia tiene un alcance mucho mayor de lo que podría imaginarse a primera vista. Representa un punto de flexión irreversible en la revolución cultural que desde mayo de 1968 se propagó al mundo, a la par de la revolución hippy de los EE.UU.

El crepúsculo de la revolución cultural

Mayo del 68, con sus expresivos solgans “prohibido prohibir”, “la imaginación al poder”, “ni Dios ni amo”, significó el ingreso de la izquierda al campo de las tendencias y las costumbres, en el cual concentraría su avance en las décadas siguientes. El permisivismo moral, la despenalización del aborto, la legitimación del vicio sodomítico y del consumo de drogas, la proletarización creciente de la vida cotidiana (en la indumentaria, en el lenguaje, en el trato social, etc.), la marcha hacia el nudismo, son algunos efectos de esa revolución que en Francia fue asumida por todas las izquierdas, y en particular por el Partido Socialista, que en su programa “Liberté-libertés”, preconizaba una libertad sexual sin barreras, ni siquiera las de sexo, de sangre o de edad.

Pero a medida que ese anarquismo neopagano fue produciendo sus devastaciones en serie –en la escuela, en la familia, en la vida social y cultural– el público francés fue distanciándose cada vez más de él. Al punto que hoy, los movimientos políticos identificados con Mayo del 68 parecen haber entrado en un declive sin retorno: los comunistas franceses, que en sus mejores épocas captaban más del 20% del electorado, hoy son prácticamente un cadáver político. En la 1ª vuelta de las presidenciales de este año no llegaron ni al 2% (1,93%), mientras que sus socios los Verdes (izquierda ecologista) apenas lograron un raquítico 1,57%.

Izquierda en crisis y sin rumbo

Con ese telón de fondo las esperanzas revolucionarias se habían concentrado en la candidata socialista Segolène Royal; pero ésta, para tener alguna chance, se vio obligada a adaptarse a la mayoría conservadora. Adoptó un look “caviar” –elegantes tailleurs, impecables peinados, relucientes alhajas– que le daban un aire de “hada” salvadora de la izquierda. Sin embargo, atrapada entre las reivindicaciones anarquistas de los llamados “herederos de Mayo del 68” y la creciente reacción conservadora del público francés, no logró enunciar un programa coherente, y acabó sucumbiendo.

Su derrota abre una inmensa crisis en la izquierda. Porque si ésta opta por disimular sus metas anticristianas para no perder al público centrista, sus radicales se desaniman; pero si expone dichas metas sin velos, el rechazo conservador será aún mucho mayor.

El retorno de la moral a la política

Un fenómeno exactamente opuesto ocurre en la derecha: cuanto más abiertamente expone sus ideales, más apoyos conquista. Tal como Bush en 2005, Sarkozy venció porque no dudó en identificarse con valores tradicionales. En su discurso de cierre de campaña, en el coliseo de Bercy, apeló a un rescate de la jerarquía, de la familia, del patriotismo, de la moral: “Sí, la moral –afirmó–, una palabra que no me da miedo. La moral, algo de que después de mayo de 1968 no se podía hablar (...). Mayo del 68 nos había impuesto un relativismo intelectual y moral. Los herederos de Mayo del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo; habían intentado hacer creer que el alumno vale tanto como el maestro (...), que la víctima cuenta menos que el delincuente (...), que no podía existir ninguna jerarquía de valores (...), que se había acabado la autoridad, la cortesía, el respeto; que no había nada grande, nada sagrado, nada admirable; ninguna regla, ninguna norma, que nada estaba prohibido (...). Con su “comunitarismo” apátrida, ellos “denigran la identidad nacional”. En suma, “atizan el odio a la familia, a la sociedad, a la nación” 1.

Sarkozy concluyó: “Yo propongo a los franceses romper realmente con el espíritu, con los comportamientos, con las ideas de mayo del 68. (...) romper realmente con el cinismo de mayo del 68. (...) restablecer los vínculos de la política con la moral, con la autoridad” 2.

Una esperanza y un aviso

Este llamamiento fue ampliamente oído, y dio a Sarkozy el triunfo por el mayor margen obtenido por la derecha en las últimas décadas. Triunfo confirmado poco después, en la neta victoria legislativa conservadora de junio pasado.

Resta ahora saber si el nuevo Mandatario francés cumplirá sus propuestas. Conocemos demasiado a los políticos como para hacernos muchas ilusiones...

Pero los hombres pasan, los pueblos quedan. Y lo que más interesa en este cuadro es el estado de la opinión francesa, cada vez más refractaria al utopismo revolucionario. Hace dos años, en mayo del 2005, los franceses sepultaron la tiránica Constitución Europea mediante un plebiscito; y ahora se encargan de sepultar los mitos libertarios e igualitarios de Mayo de l968.

Esto constituye un real factor de esperanza. Y es también un aviso para muchos despistados políticos peruanos, que parecen temblar de miedo de defender los valores morales y familiares tradicionales, como si ignorasen que son los que les atraerían mayor apoyo electoral. Si no toman conciencia de que la opinión pública ha cambiado, y que las quimeras igualitarias y libertarias de la Revolución anticristiana quedaron tan obsoletas como el astrolabio y el sextante, simplemente perderán el tren de la Historia.











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