UNA CRUDA REALIDAD, EN CIFRAS

Homosexualismo y ETS: los terribles efectos físicos de una plaga moral

Un informe del servicio de salud pública inglés, Public Health England, emitido a fines de junio de 2015, revela un fuerte aumento en las enfermedades de transmisión sexual (ETS) entre hombres homosexuales en ese país, en proporción considerablemente mayor al resto de la población. El documento confirma datos similares presentados por organismos de salud de otros países y por un informe global dado a conocer por las Naciones Unidas en 2014. Y muestra que la práctica homosexual se ha convertido en un real peligro para la salud pública.

Un reciente informe del Public Health England revela un fuerte aumento en las enfermedades de transmisión sexual (ETS) entre hombres homosexuales en Inglaterra, en proporción considerablemente mayor al resto de la población.

Las cifras del organismo sanitario inglés indican que, mientras la sífilis se ha incrementado en un 33%, ese incremento ha sido del 47% entre varones homosexuales.

Análogamente, la gonorrea tuvo un aumento del 19% en la población en general, pero entre los homosexuales creció un 32% [1].

Datos sanitarios “demoledores” para los homosexuales

Situación similar se registra en España, donde según datos proporcionados por el Instituto Carlos III, entre los años 2000 y 2010 los casos de sífilis y gonorrea duplicaron y triplicaron respectivamente.

Prácticamente todas las ETS han sufrido incrementos en ese país: “papiloma, sífilis, gonococia, clamidia y VIH”, reveló el directivo de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), doctor Rafael Cantón. Y también allí, como veremos, los más afectados son los hombres homosexuales.

Parafraseando la sentencia bíblica “un abismo llama a otro abismo”, Cantor explica que “una ETS llama a otra ETS”. Padecer cualquiera de ellas vuelve al paciente más propenso a adquirir las otras.

Esto puede deberse tanto a razones biológicas – por ejemplo las ETS ulcerosas como papiloma, herpes y otras crean más riesgo de infectarse por el VIH – como también a conductas promiscuas, bastante corrientes entre los homosexuales.

El doctor Rafael Cantón (der.) explica que “una ETS llama a otra ETS”. Padecer cualquiera de ellas vuelve al paciente más propenso a adquirir las otras.

A esto se suma la aparición de nueva dolencia que alarma a Europa: el linfogranuloma venéreo, desconocido en el viejo continente hasta 2008 y caracterizado por “dolorosas úlceras genitales o anales, inflamación de ganglios que producen fístulas y exudan pus a través de la piel o dolores rectales”, señala un reportaje publicado en 2012 por el diario madrileño “El País”.

Importa destacar que en todos esos casos el principal grupo afectado son los homosexuales. El reportaje presenta datos del año 2010 divulgados por el Centro Sandoval de Madrid, especializado en ETS, a los que considera “demoledores: el 89% de los diagnósticos de VIH, el 83% de las gonorreas, el 91% de las sífilis y el 55% de las clamidias” se dieron en hombres que habían tenido relaciones con otros hombres [2].

Y la proporción empeora en el caso de la nueva patología, el linfogranuloma venéreo, que ataca “casi exclusivamente” a homosexuales: de los cientos de pacientes diagnosticados positivos en Madrid, sólo dos no pertenecían a ese grupo.

VIH-Sida: disminuye en la población común, aumenta entre los homosexuales

Con respecto al VIH-SIDA, en noviembre de 2014 un informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades – ECDC, en sus siglas en inglés – confirmó su fuerte crecimiento entre los homosexuales de Europa Occidental. Mientras que en el llamado Espacio Económico Europeo (los 28 países de la UE, más Islandia, Liechtenstein y Noruega) los contagios se estabilizan o tienden a disminuir en la población en general, en sentido opuesto "sólo hay un grupo que en la última década ha incrementado los casos de infecciones: hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Los contagios han crecido un 33% desde 2004” [3].

Un informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (sede central en la foto) confirmó que mientras los contagios se estabilizan o tienden a disminuir en la población europea en general, en sentido opuesto se han incrementado los casos de infecciones de hombres que tienen sexo con hombres.

Es muy ilustrativo el caso de España, donde Juan Berenguer, presidente del Grupo de Estudio de Sida - Gesida, afirma: “Claramente los nuevos contagios se están dando entre homosexuales, y no dejan de crecer”. Las cifras respaldan su afirmación: en ciudades como Barcelona, por ejemplo, el porcentaje de homosexuales entre los nuevos infectados de VIH-Sida ya alcanza el 80% [4].

Lo más digno de nota es la amplitud del fenómeno: “hay una tendencia global que es el crecimiento de la epidemia entre los homosexuales, entre hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres. Está sucediendo en todas las regiones, sin excepción”, afirmó Luis Loures, director ejecutivo adjunto de Unaids, el programa lucha contra el Sida de las Naciones Unidas, al presentar el informe anual de esa entidad, en julio de 2014 [5].

En el Brasil, por ejemplo, el contagio creció 11% entre 2005 y 2013, y el índice de muertos por la epidemia subió 7%. Los contagiados son principalmente homosexuales, personas dedicadas a la prostitución (incluso homosexual) y drogadictos [6].

Cuando la plaga moral genera plagas físicas

¿Qué conclusión extraer de todas estas cifras?

Ellas hablan por sí solas. En momentos en que la llamada revolución homosexual, iniciada en la segunda mitad del siglo pasado llega a su delirante apogeo, con inventos como el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, la inexistente “homofobia” para perseguir a quienes osen reprobar las conductas homosexuales, la “ideología de género” y otras alucinaciones, al mismo tiempo se va convirtiendo en un problema sanitario mayúsculo y cada vez más notorio.

Es decir, cuanto más se propaga esa revolución hedonista, más va dejando rastros de dolor y muerte. La plaga física se propaga paralelamente a la plaga moral, como un efecto forzoso de ésta.

Cuanto más se propaga esa revolución hedonista, más va dejando rastros de dolor y muerte. La plaga física se propaga paralelamente a la plaga moral.

Es sabido que las enfermedades venéreas son una consecuencia natural de violaciones reiteradas al 6° Mandamiento de la Ley Dios. Cuando, además, tales violaciones son cometidas atentando contra la propia naturaleza corporal, las consecuencias no pueden dejar de ser inevitablemente más graves, por la violencia antinatural ejercida sobre el organismo humano.

Las estadísticas sobre Sida y demás ETS aquí mencionadas tan sólo atestan esa realidad, dando razón a la Escritura: “El que ama el peligro, en él perece” (Eclesiástico, 3, 27).

Advertir sobre los efectos del pecado, una obra de misericordia

Alguien podrá objetar: qué falta de misericordia hacia los homosexuales revela este artículo.

Respondemos: ¡es justamente lo contrario! La Iglesia enseña que una de las obras de misericordia es “corregir al que yerra”. Y ese es precisamente nuestro propósito, al mostrar las penosas consecuencias para la salud acarreadas por la revolución homosexual.

Por medio del lenguaje de los hechos Dios muestra que no se viola impunemente la ley natural y divina, y de esa manera da al pecador una excelente oportunidad de reflexionar sobre su conducta y enmendarse.

En su dolencia él puede ver un adecuado símbolo material de la enfermedad de alma que padece, comprometiendo gravemente su salvación, como advierte sin rodeos San Pablo (1 Cor. 6, 9).

Por eso, exponer esa terrible realidad sin disfraces es un verdadero acto de caridad, destinado a ayudar al pecador a abrir los ojos, a fin de que pueda enmendarse y así “no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16).











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