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13 de enero de 2015, 19:25, por Rafael Siecle
Cuando un presidente (que no tiene mi menor simpatÃa) dijo (yo creo que con razón) que creer en los espÃritus de los cerros es algo primitivo, todos los rojos, progres y caviares nacionales, que hoy alaban a los infames caricaturistas de este pasquÃn y los han convertido en héroes, pusieron el grito en el cielo. En EEUU o Europa, basta que cualquier persona cite en público lo que la Biblia dice acerca de la sodomÃa, para que todas las organizaciones de aberrosexuales le caigan encima. En estos casos, ahà sà no hay libertad de expresión que valga; en cambio, cuando se trata de burlarse de Dios, los santos, la Iglesia o el Papa, ahà sà todo vale. No aprobar la acción violenta de los terroristas islámicos, no significa que tengamos que defender los valores torcidos que representa esta publicación asquerosa. Por lo demás, nadie puede decir que los valores de esa revista son los valores occidentales, como algunos polÃticos y lÃderes de opinión han estado diciendo; muy por el contrario, si aceptamos que occidente es el occidente cristiano y es lo que es por sus raÃces cristianas (pese a quien le pese, y aunque lo quieran negar los laicistas) entonces Charlie no puede ser sino el representante, no de los valores occidentales, sino de la degeneración de los mismo, de los antivalores. Por lo demás, no considero para nada que, especÃficamente en el caso de los caricaturistas y del director asesinados, se trate de vÃctimas inocente (al nivel de pobres viandantes que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino de unos criminales); nos guste o no, fueron vÃctimas de sus propias acciones: generaron odio y actuaron con violencia (uno de los caricaturistas habÃan declarado que "una viñeta es como un disparo de fusil"). Por último, me da lástima la actitud de buena parte de la oficialidad de la Iglesia: el Papa hablando de un atentado contra la libertad de expresión, pero sin mecionar para nada las blasfemias de los atacados; en el canal de la Conferencia Episcopal Española se permite que un sujeto reivindique un supuesto derecho a la blasfemia, y ahora me entero que los jesuÃtas reproducen las vomitivas caricaturas de Charlie. La Catedral de Notre Dame replicó sus campanas en recuerdo de los fallecidos. La Iglesia ha pasado asà de la sana costumbre de juzgar a los blasfemos a rendirles homenaje.
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Cuando un presidente (que no tiene mi menor simpatÃa) dijo (yo creo que con razón) que creer en los espÃritus de los cerros es algo primitivo, todos los rojos, progres y caviares nacionales, que hoy alaban a los infames caricaturistas de este pasquÃn y los han convertido en héroes, pusieron el grito en el cielo. En EEUU o Europa, basta que cualquier persona cite en público lo que la Biblia dice acerca de la sodomÃa, para que todas las organizaciones de aberrosexuales le caigan encima. En estos casos, ahà sà no hay libertad de expresión que valga; en cambio, cuando se trata de burlarse de Dios, los santos, la Iglesia o el Papa, ahà sà todo vale. No aprobar la acción violenta de los terroristas islámicos, no significa que tengamos que defender los valores torcidos que representa esta publicación asquerosa. Por lo demás, nadie puede decir que los valores de esa revista son los valores occidentales, como algunos polÃticos y lÃderes de opinión han estado diciendo; muy por el contrario, si aceptamos que occidente es el occidente cristiano y es lo que es por sus raÃces cristianas (pese a quien le pese, y aunque lo quieran negar los laicistas) entonces Charlie no puede ser sino el representante, no de los valores occidentales, sino de la degeneración de los mismo, de los antivalores. Por lo demás, no considero para nada que, especÃficamente en el caso de los caricaturistas y del director asesinados, se trate de vÃctimas inocente (al nivel de pobres viandantes que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino de unos criminales); nos guste o no, fueron vÃctimas de sus propias acciones: generaron odio y actuaron con violencia (uno de los caricaturistas habÃan declarado que "una viñeta es como un disparo de fusil"). Por último, me da lástima la actitud de buena parte de la oficialidad de la Iglesia: el Papa hablando de un atentado contra la libertad de expresión, pero sin mecionar para nada las blasfemias de los atacados; en el canal de la Conferencia Episcopal Española se permite que un sujeto reivindique un supuesto derecho a la blasfemia, y ahora me entero que los jesuÃtas reproducen las vomitivas caricaturas de Charlie. La Catedral de Notre Dame replicó sus campanas en recuerdo de los fallecidos. La Iglesia ha pasado asà de la sana costumbre de juzgar a los blasfemos a rendirles homenaje.