“La Divina Providencia jamás se declara en bancarrota” . Con esta frase de San José Cottolengo concluí un editorial de “Radici Cristiane” de noviembre de 2008, en el que comentaba la tumultuosa ola levantada por la crisis financiera norteamericana, que comenzaba a cubrir a Europa.
Desde entonces la tempestad se ha ampliado, hasta convertirse en un verdadero tsunami. Hoy la frase de Cottolengo es más actual que nunca, y lo será cada vez más en los tiempos difíciles y confusos que nos esperan.
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