BRASIL ANHELA UN RETORNO A SUS VALORES

El enigma de Bolsonaro explicado

por Julio Loredo de Izcue

Brasil pasa por un fenómeno sociopolítico que suscita la atención de todo Occidente. Después del rechazo popular del gobierno corrupto y socialista del PT y su caída, los medios y las encuestas invisibilizaron al candidato que pregonaba valores familiares, religiosos y patrióticos. Sin embargo, su popularidad aumentó, causando inusitado pánico en la izquierda europea y estadounidense, que a coro con la tercermundista se empeñó en disuadir a los electores de votar por él. Luego de su retumbante victoria, aquella viene esforzándose en desprestigiarlo. Nuestro colaborador Julio Loredo enfoca el caso desde su dato fundamental: las sanas aspiraciones del pueblo.

La amplia victoria electoral del presidente Jair Messias Bolsonaro, con las inmensas consecuencias políticas y culturales que ella presenta, en Brasil y América Latina, continúa llamando la atención de muchas personas. Después de haber vivido en Brasil durante diecisiete años, y visitándolo aún hoy con frecuencia, manteniendo contactos cercanos con muchos brasileños, creo poder preciarme de conocer bien al país y a su gente.


Me sorprende encontrar en algunas personas ideas incompletas sobre la situación brasileña y el significado de esta victoria. En algunos casos se llega incluso a la desconfianza.

Las desconfianzas se inspiran en la persona misma de Bolsonaro: un hombre que va por la tercera unión conyugal, que usa un lenguaje bastante áspero, cercano a los protestantes evangélicos hasta el punto de confundirse con uno de ellos, etc.

Sobre su situación personal, hay poco que decir. Es lamentable que no esté en regla con la moral de la Iglesia, especialmente porque es el jefe de una nación de mayoría católica. En cuanto a la acusación de rudeza, es más bien la reacción falsamente irritada de la izquierda biempensante, habituada durante mucho tiempo a escuchar solo las ideas políticamente correctas impuestas por la propaganda, y comprensiblemente sorprendida y resentida contra alguien que llama al pan, pan y al vino, vino. Es solo escuchar sus discursos como presidente para darse cuenta de la realidad.

Ciertamente también es lamentable su demasiada cercanía a los protestantes, aunque se proclama abiertamente católico. Pero en este caso hay una razón específica.

Durante décadas, el clero brasileño ha estado a merced de la llamada Teología de la liberación, de cuño marxista, condenada en 1984 por el Papa Juan Pablo II. Con raras excepciones, tan discretas como para ser prácticamente invisibles, el clero brasileño se lanzó en cuerpo y alma a la causa del socialismo marxista, en la onda de una interpretación extrema e ideológica de la “opción preferencial por los pobres”, llegando incluso al apoyo de la lucha armada.

Mientras los obispos hacían una opción preferencial por los pobres, los pobres hacían una opción preferencial por el protestantismo. Así, ha pasado del 95% de los católicos en 1960 (cuando comenzó el avance progresista), al 63% en 2010. Hartos de escuchar homilías revolucionarias, los fieles comenzaron a desertar de la Iglesia en masa, confluyendo en las sectas evangélicas que a la prédica religiosa asocian posiciones conservadoras en los ámbitos social, moral y político. Así nació una “derecha evangélica”, hoy muy arraigada en el territorio. Obviamente, esta derecha ha votado por Bolsonaro, mientras que los líderes de la Iglesia se alinearon, más bien, a favor del candidato de la izquierda marxista, Fernando Haddad.

La teología de la liberación prevaleció en el episcopado y el clero brasileños, ahuyentando a las almas ávidas de religión hacia las iglesias "evangélicas". En la foto, asamblea de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil.

Punta del iceberg

En política no es tan importante lo que una persona es, sino lo que representa. Sin cerrar los ojos ante los muchos o pocos defectos personales que pueda tener el presidente Bolsonaro, la pregunta que debe hacerse es otra: ¿por qué una persona con estas posturas y con este estilo logró obtener el 56% de los votos? ¿Cuáles son las connotaciones del movimiento de opinión pública que encabeza hoy? ¿Es un fenómeno efímero, o más bien un cambio de paradigma que cobija alguna esperanza?

Jair Bolsonaro es solo la punta del iceberg de un vasto fenómeno de opinión pública que se expande por todo el territorio brasileño y en todos los entornos sociales. Este fenómeno es visible a simple vista.

Los bloggers de derecha, casi todos muy jóvenes, se están multiplicando con millones de seguidores. Surgen nuevos grupos políticos y culturales de orientación conservadora. Conferencias online de orientación tradicionalista ganan notoriedad. Se difunden tiendas de ropa sobria, en nítido contraste con las modas inmorales de hoy. Después de décadas de virtual monopolio cultural de la izquierda, se incrementa la publicación de libros y se celebran más y más convenciones de centro-derecha. Finalmente, un dato para nada despreciable: las encuestas muestran a un 37% de los brasileños favorables a la restauración del Imperio.

En el campo católico, las misas en el antiguo rito romano aumentan, mientras que el número de sacerdotes jóvenes que usan la sotana crece exponencialmente. Un ciclo de conferencias del cardenal Raymond Burke, hace un par de años, llenó auditorios con miles de participantes, en su mayoría jóvenes. La cantidad de chicos con traje y corbata y chicas con faldas debajo de la rodilla fue impresionante.

Todo esto ha desembocado en un tsunami ideológico que ha barrido a la izquierda del poder. Los escándalos de corrupción ocasionados por el marxista Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó el Brasil durante catorce años, son apenas el atisbo de un rechazo mucho más profundo. Basta con ver las oceánicas manifestaciones anticomunistas que han salpicado de Brasil al grito: “¡Brasil jamás será socialista!”.

Todos estos son signos de un cambio profundo en la opinión pública brasileña que, según los analistas, trasciende los factores coyunturales. Se habla de un gigante dormido que finalmente comienza a despertarse.

Previsto hace treinta años

Plinio Corrêa de Oliveira, autor del magistral ensayo <i>Revolución y Contra-Revolución</i>Nemo repente fit summus. Nada muy grande ha surgido de un día para otro. Fino observador de la opinión pública, Plinio Corrêa de Oliveira había notado los primeros signos del fenómeno en el lejano 1982. Al comentar la victoria de la izquierda en algunas elecciones regionales, escribió en el mayor diario brasileño:

Si la izquierda se apresura en aplicar las reivindicaciones ‘populares’ y niveladoras con las que ha llegado al poder; si se mostrara refunfuñona y ácida al recibir críticas de la oposición; si persiguiera a sus adversarios a través de pequeñas argucias legislativas, la arbitrariedad administrativa o la opresión policial; Brasil se sentirá frustrado en sus aspiraciones de una vida relajada y sin preocupaciones. Al principio se distanciará de la izquierda. Después se mostrará resentida. Finalmente se levantará furiosamente. La izquierda habrá perdido la partida de la popularidad. [...] En otras palabras, si la izquierda, ahora tan influyente en el Estado, en la Publicidad y en la estructura de la Iglesia, no entendiere la actual avidez de distensión del pueblo brasileño, dejará de atraer y al final se hundirá en el aislamiento. Primero hablará a multitudes silenciosas, luego estas multitudes se irritarán contra ella [1].

Las enormes manifestaciones contra el gobierno izquierdista mostraron un profundo anhelo de cambiar de rumbo y defender los auténticos valores de la sociedad. Ese anhelo fue decisivo en las últimas elecciones.

Profundizando el análisis, comentó en enero de 1994:

"[Me parece que] el número de personas favorables a la TFP [2] está aumentando considerablemente. Creo que, si no es hoy, en unos pocos años habrá una mayoría que, aunque no esté totalmente de acuerdo con nosotros, mostrará su beneplácito hacia nuestras posiciones. Hace cinco años, no habría dicho lo mismo. ... ¿Qué ha cambiado?

“En medio del caos moderno, un número creciente de personas había perdido la capacidad de tener una opinión. La confusión se ha vuelto tan abrumadora que ya no sabían qué pensar. En medio de una especie de desconcierto, ahora sienten alegría al ver a la Contra-Revolución, con sus principios de orden, su buena orientación, etc. Y comienzan a desear lo que hasta ahora han rechazado. Ante el caos, comienzan a extrañar la casa paterna”.

Y nuevamente en diciembre de 1994:

“Creo que estamos entrando en una era histórica en la que podemos decir: ‘¡Aquí comenzó la aurora!’. Desde la aurora hasta el día aún puede pasar mucho tiempo. Pero el proceso ha comenzado. (…) Vemos este proceso, por ejemplo, en el inicio del colapso de la izquierda en todo el mundo y el aumento de movimientos opositores a la misma”.

Es precisamente la nostalgia de la casa paterna lo que explica, en profundidad, lo que está sucediendo en Brasil y en muchos países occidentales.

El discurso inaugural

¿Qué implica realmente esta nostalgia? Podemos verla en algunos pasajes del discurso inaugural del presidente Bolsonaro. “Simples promesas electorales...”, dirá alguien. Puede ser. Pero detrás de las promesas hay un público ansioso por escucharlas. Y este es el dato que importa. ¿Qué quieren los brasileños? Veamos algunos trechos:

—“Este es el día en que el pueblo comenzó a liberarse del socialismo, a liberarse de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”;
—“No podemos dejar que ideologías nefastas vengan a dividir a los brasileños, ideologías que destruyen nuestros valores y nuestras tradiciones, destruyen nuestras familias, fundamento de nuestra sociedad”;
—“Tenemos el enorme desafío de enfrentar la ideologización de los niños (...) y la deconstrucción de la familia”;
—“Es urgente acabar con la ideología que defiende a los bandidos y criminaliza a la policía”.
—“Me comprometo a defender el derecho de propiedad y la defensa legítima”;
—“Debemos suprimir el sesgo ideológico de nuestras relaciones internacionales. Por mucho tiempo, el país fue gobernado atendiendo intereses partidarios y no de los brasileños”;
—“Agradezco a Dios por estar vivo y a ustedes por haber orado por mí y mi salud en los momentos más difíciles. Le pido al Buen Dios que nos dé sabiduría para conducir la nación. ¡Que Dios bendiga a esta gran nación! ¡Brasil encima de todo, Dios encima de todos!”.

¿Y ahora?

¿A dónde nos conducirá todo esto? ¿Cuál es la misión de los católicos?

Todo dependerá de la apertura de las almas a la gracia de Dios. Si este vasto fenómeno ya en marcha no se detiene, ¿cuántas personas comprenderán que no pueden pararse a medio camino y que deben llevar la reacción hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta el rechazo total de la Revolución? Y aquí está la misión de los católicos: dar contenido a esta reacción, alertar sobre falsas alternativas, mostrando, más bien, el camino hacia una profunda conversión de las almas, un prenuncio de la restauración de la civilización cristiana.

¿Imposible? ¿Ilusoria? La respuesta fue dada por Plinio Corrêa de Oliveira:

“Cuando los hombres resuelven cooperar con la gracia de Dios, entonces se operan las maravillas de la Historia: es la conversión del Imperio Romano, es la formación dela Edad Media, es la Reconquista de España a partir de Covadonga, son todos esos acontecimientos que se dan como fruto de las grandes resurrecciones de alma de que los pueblos son también susceptibles. Resurrecciones invencibles, porque no hay nada que derrote a un pueblo virtuoso y que verdaderamente ame a Dios” [3].







[1Cuidado com os pacatos!, "Folha de S. Paulo, 14-12-1982

[2Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, fundada por Plinio Correa de Oliveira

[3Revolución y Contra-Revolución, Tradición y Acción por un Perú mayor, Lima, 2018, p. 112





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