LECCIONES DE LA VISITA PAPAL

Francisco, los peruanos y el "Estado laico"

Las impresionantes multitudes que se movilizaron al paso del Papa Francisco durante su visita al Perú constituyeron un fenómeno de masas inédito. De acuerdo a las cifras oficiales más de tres millones y medio de personas acudieron a ver al Pontífice en sus diversos recorridos, apariciones públicas y eventos que presidió.

Una Nación masivamente católica

Sólo en la Misa celebrada en Lima, una primera estimación oficial, dada por el jefe de Defensa Civil general Jorge Chávez, indicaba que no menos de 1 millón 200 mil personas se hicieron presentes [1] . Fue la mayor concentración de población de nuestro país en nuestra historia, afirmó el coordinador del Ejecutivo para la visita papal, Alfonso Grados, quien agregó que la cifra podría subir a 1 millón 400 mil asistentes [2].

Claro está que esos números no deben llamarnos a engaño. No todo ese público era católico fervoroso, practicante. Y muchos, tal vez, ni siquiera serían católicos. Pero lo cierto es que la abrumadora mayoría de ellos sí era de fieles católicos, y representan cabalmente lo que las estadísticas muestran: que el Perú continúa siendo una nación masivamente católica.

Para probarlo basta considerar el esfuerzo de tantos que en Lima acudieron desde la noche anterior a la base aérea de Las Palmas (a veces a pie y desde zonas bien alejadas, como Manchay) a fin de poder asistir a la Misa que Francisco celebraría la tarde siguiente. Ellos sabían que se exponían a largas horas de espera sujetos a no pocas incomodidades, incluso el inclemente sol, y afrontaron resueltamente la prueba.

En Trujillo, las autoridades eclesiásticas reunieron decenas de imágenes veneradas en el Norte del País, desencadenando una apoteósis de devoción popular

Un esfuerzo no menor —¡un real sacrificio!— fue el de quienes, con varios días de anticipación, se trasladaron desde sus lugares de origen, a veces muy apartados, hasta las tres ciudades visitadas por el Pontífice. Muchos de ellos formaban comitivas cargando imágenes de sus santos patronos. Y esto, solo para ver al Papa, rezar con él y llevarse una bendición. ¿Interés personal? Ninguno.

Ese sacrificio fue tan auténtico y sincero, y practicado con tanta fe, sencillez y naturalidad, que hasta una reportera de un conocido medio, al entrevistar a peregrinos llegados a Trujillo se quebró de emoción y no pudo continuar el comentario.

El “Estado laico” no existe. Ni puede existir

Esto nos lleva a una reflexión. Las izquierdas peruanas de todos los matices (cada vez más raleadas, dígase de pasada) repiten sin cesar la cantilena de que el Perú es un “Estado laico” y por lo tanto no debe acomodar sus leyes a la doctrina y a la moral de la Iglesia, porque hacerlo atentaría contra los derechos de los no católicos.

Ese argumento valdría si los no creyentes del país fuesen marcianos y no humanos. Pero como son tan humanos como nosotros católicos, están igualmente sujetos a las reglas de moral natural, que brotan de la propia naturaleza humana y que hasta nuestros antepasados paganos practicaban: por ejemplo que no se puede asesinar a otro ser humano; que el matrimonio indisoluble entre varón y mujer es el fundamento de la familia, ordenada a perpetuar la especie humana; que nadie se puede apropiar de lo que es de otro, etc.

Por eso, “laico” o no laico, todo Estado debe acatamiento a esas leyes esenciales de moral natural. Un Estado que no las acate, simplemente institucionaliza el desorden y acaba desintegrándose. De ello dan testimonio, por ejemplo, la antigua Grecia o el Imperio Romano, que sucumbieron por su propia podredumbre moral; el sanguinario y antropófago imperio azteca; el incestuoso imperio incaico; y tantos otros ejemplos que se podrían mencionar hasta nuestros días, aún marcados por el recuerdo de dos difuntos imperios socialistas, el nazismo y la Unión Soviética. Todos esos Estados desaparecieron por la misma razón: dejaron de respetar la ley natural.

Pueden existir estados no confesionales, pero no estados “laicos”. El laicismo es una ideología revolucionaria moderna, surgida del individualismo de la Revolución Francesa, que predicaba que el hombre es fundamentalmente bueno y no necesita obedecer reglas morales generales: cada uno se dicta su propio código moral, porque supuestamente lo llevaría a obrar siempre bien. ¡Una quimera completa!

¿Es el Perú republicano un “estado laico”?

El Estado peruano nunca fue “laico”. En ningún documento constitutivo del Perú independiente se afirma que lo sea. Al contrario, de tal manera ya desde sus orígenes republicanos el país se reconocía nación católica que, por ejemplo, como explica el historiador José Antonio Benito citando a Basadre,“el Congreso Constituyente de 1828, restituye la fiesta del Santo Patriarca [San José] en el calendario de fiestas de guardar y lo elige como Patrono de la República. El 14 de Marzo, en el tercer «Considerando», precisó que los peruanos profesan particular devoción al glorioso San José, y que así en todas las Iglesias de la República se celebra su conmemoración un día de cada mes y que todos los peruanos profesan particular devoción al glorioso San José, y por eso «el Congreso elige y toma por patrono de la República al glorioso San José, y la pone bajo su especial patrocinio» [3].

Nótese que en esos años las relaciones del Perú con la Santa Sede estaban suspendidas. Pero aún así, los Constituyentes a tal punto reconocían lo obvio —que somos una nación católica—, ¡que eligieron como patrono del naciente Estado republicano al mismísimo Patrono de la Iglesia! Detalle sabroso, “el Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores que refrendó el decreto josefino fue el destacado liberal y masón Francisco Javier Mariátegui”... [4]. Como se ve, el oportunismo de ciertos políticos peruanos viene de lejos...

1988: Segunda visita de un Papa al Perú, cuando los gobernantes reconocían la condición sagrada del Romano Pontífice y no se perdía el tiempo hablando de laicidad.

Desde entonces, este buen entendimiento entre el Estado y la Iglesia católica marca toda nuestra historia republicana, aunque en el siglo XX haya sido ensombrecido por la aprobación de no pocas leyes inicuas. Por eso, afirmar que el Perú es un “estado laico” es tan absurdo como decir que Corea del Norte es una democracia liberal...

¿Quienes alzan hoy esa bandera? Son minorías revolucionarias tan ruidosas como exiguas (pero llenas de dinero) que, para despejar el camino a sus pretensiones —que pueden resumirse en el lema anarquista “prohibido prohibir”— pregonan que la moral objetiva no existe y que el Estado no debe ser condicionado por ella. Sobre todo en materia sexual, todo debe ser permitido. Y así esperan abrir paso a sus devaneos anarco-sexuales, condensados en la ideología de género, la heredera anarquista del viejo comunismo.

La recepción del pueblo peruano al Papa Francisco echó por tierra, de una vez, todas esas pretensiones. Definitivamente, mientras el Perú sea el Perú, somos y seguiremos siendo una gran Nación católica.







[4Ibidem.





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Mensajes

  • Costa Rica viene siendo atacada en sus principios de ley natural y fe catolica en lo referente a familia y vida e igualmente Estado confesional catolico, actualmente en relacion al conflicto de lideres sindicales y Estado en cuanto a la aprobacin de nuevos impuestos entre los dos sectores , ambos promotores de esa revolucion y ambos convocaron a la conferencia episcopal a mediar lo que ha generado burla popular : laicismo o catolicismo ? Lamentable seria que se limitase a ser mediadora neutra sin proclamar el genuino aporte de las enciclicas , mas en Costa Rica donde no solo el Estado es constitucionalmente catolico sino que ademas en otro articulo de la constitucion politica se consagra que la pauta de accion del Estado en lo socio economico son los principios de la Enseñanza Social catolica.

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