Niza: Continúa la guerra religiosa

Roberto de Mattei

Tenía razón el Papa Francisco cuando afirmó, hace más de un año, que la Tercera Guerra Mundial ya había comenzado y que está siendo trabada “de a trozos”. Pero es necesario agregar que se trata de una guerra de religión, pues son religiosas las motivaciones de aquellos que la han declarado, e incluso son rituales los homicidios perpetrados en su nombre.

Mohamed Lahouaiej-Bouhlel, el asesino de Niza, y un presunto cómplice posan con el camión que sería usado para masacrar "infieles" occidentales

Francisco calificó la masacre de Niza como un acto de “violencia ciega”. Pero la furia homicida que indujo al conductor del camión a sembrar la muerte en el paseo marítimo no fue un acto irracional de locura, sino que nace de una religión que incita al odio e instiga a la violencia. Las mismas motivaciones religiosas desencadenaron las masacres de Bataclan en París, de los aeropuertos de Bruselas y Estambul y del restaurante de Dacca. Por más bárbaros que hayan sido estos ataques, ninguno de ellos fue en absoluto un acto “ciego”, sino que hacen parte de un plan lúcidamente expuesto por el “Estado Islámico” en sus documentos.

El portavoz del ISIS (sigla del Estado Islámico en inglés), Abu al-Adnani, en una grabación difundida por Twitter a fines de mayo, lanzó un llamado a cometer asesinatos en Europa en el nombre de Alá, con estas palabras: "Rómpele la cabeza con una piedra, asesínalo a puñaladas, atropéllalo, lánzalo desde lo alto, estrangúlalo o envenénalo”. Y el Corán no se expresa de modo diferente sobre los “infieles”. Lo que sí constituye una señal de locura ciega es seguir cerrando los ojos a esta realidad.

Se engaña quien crea que la guerra en curso no ha sido declarada por el Islam a Occidente, sino que es una guerra trabada al interior del mundo musulmán, y considere que la única manera de salvarse es ayudando al Islam moderado a derrotar al Islam fundamentalista. El Islam moderado es una contradicción, porque los mahometanos que se secularizan y se integran en la sociedad occidental dejan de ser musulmanes, o se convierten en musulmanes no observantes, “malos” musulmanes. Un verdadero musulmán puede renunciar a la violencia por oportunismo, pero siempre considerará legítimo usarla contra los “infieles”, ya que así lo enseña Mahoma.

El autodenominado "Estado Islámico" afirma que el asesino de Niza actuó siguiendo sus órdenes

La guerra actualmente en curso es una guerra contra Occidente pero también una guerra contra el cristianismo, porque el Islam quiere sustituir la religión de Cristo por la de Mahoma. Por eso, el objetivo final de su conquista no es París ni Nueva York, sino Roma, centro de la única religión que el Islam se propone aniquilar desde su origen. La guerra contra Roma se remonta al nacimiento del propio Islam, en el siglo VIII. Roma era el objetivo de los árabes que en 830 y 846 la ocuparon y saquearon, antes de verse obligados a abandonar la Ciudad Eterna. Roma era el blanco de los musulmanes que en 1480 decapitaron a 800 cristianos de Otranto y mataron a nuestros compatriotas en Dacca en 2016.

Se trata pues de una guerra religiosa que el ISIS ha declarado contra la impiedad de Occidente y contra su religión, que es el cristianismo. Pero en la medida en que el cristianismo se seculariza, le allana el camino a su adversario, que sólo puede ser derrotado por una sociedad con una fuerte identidad religiosa y cultural. Como señala el historiador inglés Christopher Dawson, es el impulso religioso lo que proporciona fuerza de cohesión a una sociedad y una cultura: "Las grandes civilizaciones no generan de su seno a las grandes religiones, como una especie de subproducto cultural; las grandes religiones son la base sobre la que se asientan las grandes civilizaciones. Una sociedad que ha perdido su religión está destinada a perder tarde o temprano su cultura".

Esta guerra religiosa es ya una guerra civil europea, pues se combate al interior de las naciones y ciudades de un continente invadido por millones de inmigrantes. Se suele oír repetidamente que, ante esa invasión, debemos construir puentes en lugar de levantar muros; pero una fortaleza sitiada sólo puede defenderse alzando el puente levadizo, no bajándolo.

Algunos ya comienzan —por fin— a percatarse de esto.

El gobierno francés ha previsto el estallido de una guerra civil destinada a desarrollarse sobre todo dentro de los grandes centros urbanos, donde el multiculturalismo ha impuesto la imposible coexistencia de grupos étnicos y religiosos diversos. El 1 de junio pasado, un comunicado del Estado Mayor francés anunció oficialmente la creación de una fuerza convencional del Ejército, el Comando de Tierra para el territorio nacional (COMTN), destinado a combatir a la yihad en Francia. Bautizado como Au contact, el nuevo modelo estratégico comprende dos divisiones bajo un comando único, con un total de cerca de 77.000 hombres preparados para enfrentar la amenaza de una insurrección islámica.

Ante esta amenaza, además de las armas materiales empleadas en todo conflicto para aniquilar al enemigo, son sobretodo necesarias las armas culturales y morales, que consisten en la conciencia de ser herederos de una gran civilización que, a lo largo de siglos, definió su identidad precisamente combatiendo al Islam. Instamos respetuosamente al Papa Francisco, Vicario de Cristo, a ser el portavoz de nuestra historia y nuestra tradición cristiana frente al peligro que nos amenaza.


Publicado originalmente en “Il Tempo”, Roma, 16/07/2016, y también en Corrispondenza Romana. Roberto de Mattei es catedrático de Historia de la Civilización en la Universidad La Sapienza de Roma, nombrado en 2007 por la Santa Sede caballero de la Orden Ecuestre de S. Gregorio Magno, por su fidelidad en la defensa de la Iglesia y de la civilización cristiana. Es director de la revista “Radici Cristiane” y del sitio Corrispondenza Romana, y autor de numerosos libros y cientos de artículos de prensa.











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