Temas internacionales

Proyecto constitucional anticristiano amenaza al Ecuador católico

Plaza de San Francisco, en Quito. Al fondo la Basílica-santuario del Voto Nacional al Sagrado Corazón, símbolo del Ecuador católico

El próximo 28 de septiembre el Ecuador someterá a referéndum el proyecto de nueva Constitución elaborada por una Asamblea Constituyente de mayoría adicta al presidente socialista Rafael Correa.

Abierto el debate, surgieron desde el campo católico fuertes reparos al proyecto, dado que su contenido vulnera tres principios que el Papa Benedicto XVI declaró “no negociables”: el derecho a la vida desde la concepción, el reconocimiento del matrimonio entre varón y mujer como único fundamento natural y verdadero de familia; la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos. [1]

Miembros de la Jerarquía eclesiástica y del laicado, representando a la amplia mayoría católica de los 9 millones de electores, alertaron que el texto en cuestión abre las puertas al aborto, a la institucionalización de la práctica homosexual, y a la interferencia del Estado en la educación de los hijos.

Disimulada demolición de la familia

Así, por ejemplo, el art. 66, inciso 1ºdel proyecto reconoce la “inviolabilidad de la vida”, pero deja abiertas las puertas a excepciones que favorezcan el aborto, ya que el mismo artículo consagra un singular derecho a tomar decisiones “libres” sobre la “vida reproductiva”, insinuando que este extravagante concepto prevalece sobre la vida de los hijos en fase de gestación.

Y aunque el art. 67 define a la familia como el “núcleo fundamental de la sociedad” y al matrimonio como unión “entre hombre y mujer”, en el artículo siguiente se admite la posibilidad de “diversos tipos de familia” sin definir cuáles son, dejando así un resquicio para las formas caricaturales y aberrantes de “familia” al gusto del socialismo. Se concede además al mero concubinato entre “dos personas libres de vínculo matrimonial” los mismos derechos que al matrimonio. Y como no se aclara el sexo de esas “dos personas”, queda entendido que el concubinato homosexual sería equiparable a la familia natural. Es una cadena de ambigüedades, que de ser aprobada funcionará como una verdadera caja de Pandora de aberraciones sin fin.

Ambigüedad generadora de caos jurídico, político y social

El proyecto contiene además disposiciones que diluyen el derecho de propiedad y aumentan peligrosamente el poder discrecional del Estado sobre prácticamente todas las áreas de la vida social, política y económica, lo que podrá generar un caos jurídico y un potencial totalitarismo de Estado. Por ejemplo, en materia de educación se afirma que ésta es “un deber ineludible e inexcusable del Estado”, dando a entender que tal deber se antepone a los derechos de los padres sobre la educación de sus hijos.

La redacción es siempre ambigua, como obedeciendo a una estrategia para evitar reacciones. Así, el art. 37, inciso 26, garantiza “el derecho a la propiedad en todas sus formas”. ¿Cuáles formas? Nueva indefinición... que deja el campo abierto a formas colectivistas y estatistas de propiedad, como las que Hugo Chávez pretendió imponer en Venezuela a través de su fallida reforma constitucional de diciembre pasado. Resulta sintomático que el proyecto de Correa no menciona ni una sola vez la propiedad privada, pero sí incluye un “derecho al acceso a la propiedad” que “se hará efectivo con la adopción de políticas públicas”. Esto sugiere intervencionismo para imponer, según los parámetros socializantes del legislador, un “acceso” forzado a formas más o menos colectivas de propiedad controladas por el Estado.

Otros artículos introducen el concepto de “control popular” del Estado y de la sociedad (art. 95), así como el “derecho a la resistencia” y a “demandar el reconocimiento de nuevos derechos” (art. 98). Colocan así una base jurídica para agitaciones sociales sin fin, que acaben por ocasionar una debacle institucional del país.

Capítulo aparte merecería el tema del indigenismo, que impregna el proyecto de una manera demagógica y potencialmente explosiva. Es fácil ver cómo estas disposiciones, de ser aprobadas, colocan al Ecuador al borde de un abismo jurídico, social y económico.

Insultos y chantaje, la réplica de Correa a sus objetantes

Las justas objeciones formuladas al proyecto desataron las iras del presidente Correa. Con inusitada violencia verbal, el mandatario pareció revivir los tiempos de su tío bisabuelo, el tristemente célebre presidente Eloy Alfaro, quien a comienzos del siglo pasado promovió una virulenta persecución anticatólica. Correa calificó de “mentirosos” a sus objetantes, como si los artículos del proyecto que éstos cuestionaron no existieran, ni estuviesen publicados. Añadió que no toleraría “sermones ni instrucciones de nadie” e hizo un llamado a “decir sí al futuro sin los miedos ancestrales a la sotana o a la venganza final de Lucifer”. Y concluyó con una mal velada amenaza, al afirmar que el proyecto constitucional “es la última oportunidad de un cambio pacífico en el Ecuador”. El mensaje es claro: si el “cambio” no sale por el voto, saldrá por la violencia...

El estandarte que inquieta al presidente socialista...

En plena campaña por el referéndum, Rafael Correa embistió contra quienes se oponen a su proyecto constitucional en nombre de la doctrina católica, y de paso exhibió sus extrañas ideas religiosas chamanistas-liberacionistas.

En un discurso pronunciado el 30 de julio en la provincia amazónica de Orellana, el mandatario prestó homenaje a los“shamanes que hablan con el río y con las serpientes [¿qué ‘serpientes’ serán esas que conversan con chamanes?...], con las guacamayas y con las orquídeas, para honrar la vida”, y se manifestó también adepto de la “teología de la liberación”, exaltando a varios de sus más notorios representantes sudamericanos: los difuntos obispos Mons. Leonidas Proaño y Mons. Hélder Cámara —quien pasó a la historia como el Arzobispo Rojo—, y el “actual presidente de Paraguay Fernando Lugo”.

Coherente con su singular credo, Correa atacó a los que defienden la vigencia de la doctrina católica en el ámbito jurídico y social, y expresó su anhelo de que “ojalá se hayan superado los dogmas y las doctrinas de «Tradición, Familia y Propiedad», o el ultraconservadurismo de movimientos como el Opus Dei”. [2]
Aparte de que este deseo del señor Correa es irreal —pues los dogmas de la Iglesia son inmutables y no pueden ser “superados”, como tampoco pueden serlo las enseñanzas de la Iglesia sobre familia y propiedad privada, emanadas del Decálogo—, sus palabras resultan altamente reveladoras. Pues tornan patente la polarización de fondo religioso que se verifica en América Latina, enfrentando a dos concepciones diametralmente opuestas del hombre y la sociedad: de un lado el utopismo igualitario del cual el socialista-liberacionista Rafael Correa es un exponente; del otro lado, las ideas de Tradición, Familia y Propiedad, pilares de la civilización cristiana y fundamento de todo orden social verdadero, porque se nutren de la más genuina doctrina católica. Ideas que son actualmente la gran piedra en el zapato del socialismo en todo el mundo.

La longa manus del socialismo internacional

Nuestros socialistas amerindios suelen despotricar contra todo lo que es hispánico. Pero por cierto se mantuvieron bien silenciosos, cuando se reveló que por detrás del proyecto constitucional ecuatoriano está la izquierda política española. El propio presidente Correa reconoció que elementos del Partido Socialista Obrero Español, integrantes de la izquierdista Fundación CEPS de Valencia, participaron activamente de la elaboración de dicho texto, recibiendo de paso una jugosa compensación monetaria: 18 mil dólares mensuales. Esa ONG española está ligada al gobernante PSOE y también a organizaciones feministas y de izquierda radical simpatizantes de las FARC y del ELN en Colombia. [3] Por ahí se ve qué línea ideológica sigue el proyecto constitucional, nacido de esta asombrosa injerencia del socialismo peninsular.

El deber de los católicos

A menos de un mes del plebiscito, el resultado es todavía imprevisible. Lo único cierto es que el rechazo al cuestionado texto constitucional va en aumento; y que si los electores fueran debidamente esclarecidos el proyecto sería rechazado, pues el pueblo ecuatoriano es entrañadamente católico. Por eso, y sin considerar posibles fraudes, una victoria del proyecto constitucional apenas demostraría que la táctica de escamoteos para encubrir sus aspectos más nocivos y anticristianos tuvo éxito; o entonces, que esos aspectos no fueron suficientemente denunciados por quienes debían hacerlo.

Sin duda, a las autoridades eclesiásticas y los católicos de más proyección les cabe la gran responsabilidad de esclarecer al país, denunciando lo obvio: que ese proyecto constitucional es anticristiano y representa para el Ecuador la mayor amenaza institucional de su historia.







[1Discurso a los participantes de las Jornadas de Estudio sobre Europa, 30-03-2006, in www. noticiasglobales.org/comunicacionDetalle.asp?Id =885 ; ver también Sacramentum caritatis, § 82, 22-2-2007.





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