ELECCIONES EN VENEZUELA

El chavismo maniobra para perpetuarse en el poder: ¿lo conseguirá?

Con la muerte de Hugo Chávez se cierra un capí­tulo negro de la historia de Venezuela. Con el paí­s sumido en una grave crisis moral y social, en pocos dí­as será elegido nuevo presidente, en un proceso plagado de anomalí­as legales. ¿Qué podrá ocurrir después de las elecciones?

Alfredo Mac Hale E.

Situación del paí­s a la muerte de Hugo Chávez

Desde que Hugo Chávez viajó a Cuba en diciembre pasado para tratarse de su grave enfermedad, durante casi tres meses sus adictos alardearon que en cualquier momento reasumirí­a sus funciones como Presidente para un nuevo perí­odo. Pero no presentaban ninguna prueba de que estuviese en condiciones de hacerlo, ni al menos por unas horas para la ceremonia de asunción. Hasta que por fin fue trasladado de vuelta a Caracas bajo condiciones de extremo sigilo, pero en esta Capital no fue visto por nadie fuera del estrecho cí­rculo de sus adeptos incondicionales. Todos éstos aseguraban que el caudillo se recuperaba rápidamente, pero nadie osaba dar una fecha para su aparición.

Al secretismo mantenido en Cuba le sucedió otro no menor aplicado en Caracas, de modo que, en vez de noticias, abundaron las especulaciones, rumores y suposiciones, a todo lo cual la opinión pública daba poco crédito, pero ciertamente mucho más que a las versiones oficiales que, además de carecer de toda seriedad, constantemente se contradecí­an.

El problema para el chavismo dominante era que las leyes vigentes ”promulgadas por el mismo Chávez cuando aún parecí­a sano” establecí­an normas muy diversas en caso de que su impedimento de ejercer el cargo fuese definitivo o sólo temporario. De manera que optar por alguna versión sobre su salud podí­a significar para el régimen someterse a condiciones que podrí­an dificultar, en vez de asegurar, su continuidad a mediano plazo.

La “solución” encontrada por el Gobierno, como suele suceder en regí­menes de facto, fue ir emitiendo afirmaciones enfáticas que a cada rato se veí­a obligado a corregir, pues, por así­ decir, la realidad se burla de los embusteros. Pero obviamente, el “mandato” era que nadie señalase este vaivén, porque se arriesgaba a prisión por plazo indefinido o a otras formas de persecución.

Todo este juego acabó cuando fue anunciada su muerte. Aparentemente las sucesivas terapias inadecuadas y dañinas aplicadas en Cuba, en vez de alargarle la vida se la acortaron considerablemente.

La desaparición del autócrata bolivariano ocurre en un momento sumamente grave. La costosí­sima campaña electoral que el Gobierno realizó para reelegirse en octubre de 2012, dilapidando fondos públicos, agravó fuertemente la crisis económica venezolana y volvió inevitable una devaluación del 46% de la moneda nacional. Ello ha provocado fuertes alzas de precios, y ciertamente agravará la inflación, mucho más allá que los altos í­ndices actuales. La cotización oficial del dólar pasó de 4,3 a 6,2 bolí­vares, pero el mercado paralelo ya opera en torno de los 25 bolí­vares, pudiéndose prever que la escalada continúe.

Se especulaba que una de las primeras alzas en producirse serí­a la del precio de la gasolina, ¡que hoy es más barata que el agua, porque no sube desde 1996! Sólo para cubrir los costos de producción su precio deberí­a aumentar ¡en un 900%! No obstante, para poder mantenerse en el poder, el chavismo parece estar optando por dejar inalterado ese bají­simo precio ”debido al efecto demoledor que su alza tendrí­a en su popularidad” hasta después de las nuevas elecciones.

La gasolina en Venezuela es más barata que el agua. Sólo para cubrir los costos de producción su precio debería aumentar ¡en un 900%!

Efectos de la devaluación: hiperinflación, escasez de productos básicos, crisis energética

“La situación de Venezuela es de un paí­s en guerra” . La afirmación es del profesor Roberto Rigobón, del MIT ” Massachusetts Institute of Technology, durante el foro Perspectivas 2013, organizado por el Instituto de Estudios Superiores de Administración, en Caracas. El académico señaló que en la Capital sólo se encuentra el 17% de los productos de la canasta básica de alimentos, debido a problemas de distribución y a los controles de precios que impone el Gobierno para reducir las ganancias de las empresas. Y agregó que la inestabilidad que padece el Paí­s se debe a que no existe disciplina fiscal ni monetaria.

Otro de los expositores, Pedro Luis Rodrí­guez, aseguró que el subsidio estatal al combustible fue de 16 mil millones de dólares en 2012, con lo cual se gasta “más en el subsidio a la gasolina que en salud o educación” (Infobae América, 2-III-2013).

Lejos de Venezuela, algunos diarios ”fuera del alcance de los agentes de la censura y de las represalias” también juzgan con clarividencia lo que sucede en ese paí­s. Por ejemplo “El Observador” de Montevideo, después de aludir al sistemático ocultamiento de información sobre la salud del mandatario, agrega:

“Todo el entorno de Chávez, por otra parte, recurrió a una triquiñuela jurí­dica para evitar nuevas elecciones presidenciales, como disponí­a la Constitución después que el Presidente no pudo prestar juramento el 10 de enero para el nuevo perí­odo para el que fue reelecto. Pero en cualquier caso, con Chávez relegado a sí­mbolo del pasado luego de 14 años de caudillismo autoritario y sus adláteres sin rumbo gubernamental, los venezolanos enfrentan un futuro ennegrecido por la desastrosa conducción del paí­s. Sufren la inflación más alta del continente después de la de Argentina, una pavorosa escasez de alimentos y otros artí­culos esenciales y una crisis energética que a cada rato deja sin electricidad a grandes áreas del paí­s.” (El gran misterio venezolano, “El Observador” , Montevideo, 18-II-2013; “5 dí­as” , Asunción, 24-II-2013).

Fragilidad de adhesiones compradas con “renta petrolera”

En cambio, un observador caraqueño así­ describe las folclóricas manifestaciones chavistas: “La marea roja tiene vinculaciones muy estrechas con los ´camisas pardas´ de las SS nazis, los ´camisas negras´ del fascismo italiano y los ´camisas azules´ del falangismo franquista. Con la incorporación de los milicianos, que lucen un pañuelo rojo al cuello como los pioneritos cubanos y portan armas de guerra, como la KGB, en las actividades proselitistas del PSUV, se crea una mezcolanza rojo-verde-oliva que simplifica la identificación cromo-ideológica oficialista, y que al final será una canción de Alí­ Primera [cantor de protesta], una franela roja y una cachucha [gorra] militar. Nada de Marx (...) ni de debates sobre la plusvalí­a; nada de socialismo con rostro humano ni de derechos del hombre. Nada de reconocer al contrario, nada de Karl Popper, Jürgen Habermas [pensadores alemanes] y Hannah Arendt [activista anti-nazi]. Nada. Sólo renta petrolera” , con que se paga la demagogia y la ofensiva chavistas”¦ (Ramón Hernández, “Chancletas coloradas” , “El Nacional” , Caracas, 23-II-2013).

O sea, en buenas cuentas, es mediante un gasto fiscal extremamente caudaloso manejado por un régimen bullicioso, farsante y de empuje inconsistente, que éste consigue movilizar a partidarios de una lealtad ideológica bastante discutible. De ahí­ la necesidad, para el Gobierno, de la presencia cubana, a fin de insinuar a la oposición que la represión podrí­a ser brutal, y de esa forma estimularla a moderarse continuamente.

Maduro, presidente usurpador e inconstitucional de un paí­s devastado por la violencia

El Gral. (R) Fernando Ochoa Antich, ex Ministro de Defensa y de Relaciones Exteriores, traza un elocuente cuadro de la situación venezolana, al decir que el poder entregado a Nicolás Maduro ya antes de la muerte de Chávez “es inconstitucional e ilegí­timo. Es una clara usurpación de las funciones del Presidente de la República que le corresponden a Diosdado Cabello. La interpretación que hizo la sala constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, sobre la ausencia absoluta o temporal de Hugo Chávez, fue arbitraria y anti-jurí­dica” .

Y agregó: “La verdad, la única verdad, es que actualmente nos gobierna una camarilla de ambiciosos, al servicio de los hermanos Castro, que aspira a conservar el poder a espaldas de la voluntad de nuestro pueblo. Esta grave situación se hace aún más insostenible ante la crisis que vive Venezuela. Observen la realidad y verán que tengo razón. Analicen, por ejemplo, la tragedia que significa la violencia en nuestra sociedad. El asesinato, el secuestro y el robo es el pan nuestro de cada dí­a. No hay clase social que no esté amenazada, desde los más humildes a los más poderosos, ante la incompetencia de un gobierno que no ha sido capaz ni siquiera de resolver la crisis penitenciaria. Las cifras siempre objetivas son terribles: en los 14 años de gobierno chavista han sido asesinados más de 150.000 ciudadanos, número sólo comparable en un paí­s en guerra. En el año 2012 se produjeron 1050 secuestros, 23 veces más que en 1999. Reflexionen. Éstas son realidades que no desaparecen con la propaganda” (Nos gobiernan los Castro, “Venezuela Analí­tica” , 22-II-2013).

Perspectivas de violencia inducida

En esas condiciones, todo indica que Venezuela se va hundiendo en un clima de extrema polarización, en el cual se puede prever que la relativa holgura económica habida hasta hace poco disminuirá rápidamente, por efecto del fuerte desabastecimiento de productos esenciales, por la escasez de divisas para afrontar las enormes importaciones de alimentos que necesita, por el aumento del mercado negro, por la inflación descontrolada, por las airadas protestas populares y por la inclemente represión por parte de un gobierno a un mismo tiempo débil y odioso, temeroso y vengativo. Y con esto, casi con seguridad, la violencia aumentará.

Ya se volvió habitual que el chavismo culpe a la “oligarquí­a” y al “Imperio” de todos los males existentes o posibles, y en especial de aquellos de los cuales él mismo es el culpable. Ese odio tiende a convertirse en obsesión, para enardecer al populacho y tornarlo agresivo. Sirve además para amedrentar a todos los opositores actuales y potenciales, procurando encender un conflicto social que arda de un extremo a otro del paí­s. Y esta acción incendiaria es ejercida, no por personajes secundarios, sino por representantes de todas las jerarquí­as, inclusive el Presidente de la República, de modo que es de temer que el nuevo gobierno culpe a la oposición de la violencia que él mismo incentive.

Naturalmente, si el conflicto se enciende, fácilmente se extenderá por todo el Continente, por causa de la articulación del régimen venezolano con la Cuba castrista, con el extremismo islámico, con los guerrilleros y terroristas de Colombia y de otras naciones, con las izquierdas en general de Brasil, Argentina, Bolivia, etc. que viven soñando con una guerra general de clases y de razas, pues creen que así­ podrí­an conquistar a las grandes masas que hasta el presente se les mostraron hostiles o reticentes.

Fragilidad de una posible victoria electoral chavista, gran ocasión para los venezolanos de temple

En estas condiciones, fue convocada la nueva elección presidencial, casi inmediatamente después de la muerte de Chávez, para que el paí­s opte en el exiguo plazo de menos de un mes entre la continuidad de un régimen despótico y dueño casi de la totalidad del Poder, y una oposición recién unida. Esta última cuenta con el apoyo mayoritario de la parte pensante de la Nación, que oscila entre la indignación con la verdadera dictadura que la oprime y el temor ante sus amenazas constantes. En verdad, el régimen estudia cuáles serí­an las condiciones que le darí­an el máximo de ventaja en la elección. Y las instituciones oficiales que deben intervenir, todas sometidas al Ejecutivo, están dispuestas a obedecer totalmente aquello que éste les mande.

En esa contienda, iniciada oficialmente el dí­a 1° de abril, la oposición debe evitar un tono de semi-oposición, que equivalga a dar por anticipado la victoria al Gobierno, pues hay más de un millón de venezolanos que se refugió de la prepotencia chavista en el extranjero, y que ni siquiera acudirá a votar en los consulados si ve tibieza en el candidato opositor. Éste debe denunciar el exceso abusivo de la propaganda oficialista, máxime si de algún modo es pagada por el Estado y sobre todo si compromete a fondo la economí­a del paí­s, cosa que él no denunció en la elección de octubre.

La oposición cuenta con el apoyo mayoritario de la parte pensante de la Nación.

De cualquier manera, es preciso mirar de frente desde ahora que, si Nicolás Maduro, el continuador designado por Chávez, pierde la elección, el régimen no entregará el Poder salvo si se viera absolutamente obligado a hacerlo; y en esa circunstancia es muy probable que, para evitarlo, opte por una violencia represiva brutal. Para ello cuenta con decenas de miles de cubanos comunistas enquistados en todos los ambientes venezolanos, además de tener infiltradas a las Fuerzas Armadas y disponer de una milicia de 150.000 miembros fuertemente armados y sedientos de violencia. Esto es, por lo demás, lo que los jerarcas del régimen insinúan continuamente, atribuyendo conspiraciones y tramas golpistas a la oposición, sólo porque ésta cuestionaba el silencio oficial sobre la salud de Chávez. Y es lo que dice el mismo Maduro, de conocida filiación comunista.

Finalmente, es necesario mostrar en forma palpable a todo el Paí­s que la opción no es entre la continuidad del chavismo y la oposición. Pues lo primero está totalmente descartado, porque la economí­a está arruinada, requiriendo de enormes esfuerzos para su recuperación y la supresión de todos los despilfarros que han sido tí­picos del régimen.

Obviamente, la confluencia de casi todos los presidentes de naciones sudamericanas a Caracas para asistir a los funerales de Chávez ”un homenaje que por su misma desproporción demuestra que no les importa mucho cuánto su gobierno destruyó a Venezuela y cuánto peligra la totalidad de América” no es algo que ayude a la oposición. Pero es una muestra de las dificultades que ella debe saber enfrentar, cueste lo que costare, para salvar a un paí­s que ya va cayendo al abismo, sabiendo que la Divina Providencia no abandonará a un pueblo que se aferre de verdad a su condición de católico.

Ahora bien, si el régimen venciera la elección, lo que infelizmente parece ser lo más probable, se encontrará con una situación totalmente diferente de cuando Chávez viví­a. Por empezar, ya no tendrá al déspota para manipular al populacho e inventar sofismas con el fin de justificar la miseria, ni tendrá los recursos económicos indispensables para el dí­a a dí­a, ni las posibilidades de obtener créditos en el Exterior ”en Rusia, Irán o China, los cuales establecen condiciones durí­simas en materia de intereses, garantí­as y plazos. Así­, la situación fácilmente se tornará desesperante, con lo cual el prestigio del Gobierno caerá verticalmente... y será ésta la hora de la oposición.

Cuando ello ocurra, el factor que más deterioró la opinión pública venezolana en la última década, que fue el ansia destemplada de gozar la vida, de divertirse en fiesta continua, aun cuando fuera en medio del caos, podrá dar lugar al espí­ritu de lucha, en condiciones muy duras, pero con un fondo de esperanza de recuperar la Patria de las manos marxistas y restaurar la convivencia civilizada de í­ndole cristiana. Entonces Venezuela, recordando el régimen chavista, se sentirá como quien despierta de una verdadera pesadilla.











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