TEMAS EN DEBATE

La posición católica frente a la proliferación del homosexualismo (*)

Entrevista a Plinio Corrêa de Oliveira, 29-10-1992

Desde que en 1950 un grupo de miembros del Partido Comunista norteamericano capitaneados por Harry Hay iniciaron la llamada revolución homosexual, ésta se ha convertido en la punta de lanza de la revolución cultural que devasta Occidente.
Con su habitual lucidez, equilibrio y sentido católico, en octubre de 1992 Plinio Corrêa de Oliveira abordó el asunto en una entrevista a la cadena televisiva SBT (la 2° mayor de Brasil), que por primera vez publicamos completa en español.

Sistema Brasileiro de Televisão - SBT-1: Dr. Plinio, ¿Cuál es su opinión acerca del aumento del homosexualismo en la sociedad brasileña? ¿Usted cree que eso perjudica la integridad de la familia?
Plinio Corrêa de Oliveira - PCO –
Mi opinión sobre el homosexualismo es la misma, sea en cuanto a su posición frente a la familia brasileña, como a su posición en cualquier lugar del mundo.

Una vez que la relación homosexual es estéril por definición, se comprende bien que ella destruye la familia, y que por tanto es lo contrario de la familia, es el enemigo número uno de la familia.

SBT-2: ¿Y usted cree que eso ha aumentado y ha sido una amenaza para la familia, sobre todo a partir de los años 60?
PCO –
En sí, la esterilidad de la relación sexual es un mal. Puede no haber culpa ninguna, cuando resulta de alguna circunstancia física de la cual ni el esposo ni la esposa tienen culpa. Pero desde que los esposos combinen o uno sólo de ellos haga lo que desea para evitar la fecundidad de la familia, ya está atentando contra la familia.

Ahora, imagine usted entonces lo que yo pienso de una relación estéril por definición.

El acto sexual existe en el orden natural de las cosas para la fecundidad de la familia, y a través de la fecundidad de la familia para la expansión del género humano. El precepto de Dios Nuestro Señor a los hombres, cuando ellos se encontraron en la Tierra, fue “multiplicaos y llenad la Tierra”. Es preciso, por tanto, hacer esto y proteger de todas las maneras la fecundidad de la relación sexual que sólo se ejerce legítimamente en el matrimonio.

Ahora bien, para la homosexualidad no existe matrimonio y sobre todo no puede existir fecundidad. El resultado es que el homosexualismo es completamente contrario al orden natural de las cosas; por tanto, contrario a la familia.

SBT-3: ¿Y con relación a la presencia del homosexualismo en la televisión? Hoy en día se asiste a una serie de filmes, etc., donde eso está muy presente. ¿Usted cree que eso interfiere en la formación de los niños, de los adolescentes brasileños?
PCO –
El homosexualismo fue durante siglos objeto de una verdadera aversión de parte de las generaciones que se sucedieron. Y eso no por un capricho, no por un modismo cualquiera, sino en virtud de los principios doctrinarios que yo acabo de enunciar y que son los principios de la doctrina Católica, Apostólica y Romana, en los tiempos en que la Fe impregnaba profundamente, con suavidad, con el esplendor de sus valores, toda la vida social y, por tanto, también la vida familiar. Y es comprensible que aquello que es opuesto a la Fe fuese visto con rechazo y que, por tanto, que la homosexualidad fuese vista con rechazo.

Usted, para calcular bien la energía de ese rechazo, debe tener en cuenta que, según la Doctrina Católica, la homosexualidad es un pecado calificado entre los pocos que “gritan al Cielo y claman a Dios por venganza”.

Justamente hace unos días, yo estaba revolviendo antiguos papeles y encontré mi viejo catecismo de los lejanos tiempos de niño. Y caí en este punto, estaban allí los pecados que gritan a los Cielos y claman a Dios por venganza, y uno de ellos era exactamente ése.

Vale decir, tanto cuanto el homicidio, que causa un rechazo moral de parte de los hombres, también el homosexualismo causa un rechazo.

Ese rechazo es, por otro lado, una preservación de la sociedad contra aquello que ella siente opuesto a sí misma. Todo aquello que es vivo rechaza lo que lo destruye. Y así, por un movimiento comparable al del instinto de conservación, las sociedades humanas modeladas según la doctrina católica se manifestaban y eran profundamente anti-homosexuales.

Con la paganización progresiva de las costumbres, de las ideas, etc., que nosotros presenciamos, que yo presencié —nací en 1908— a lo largo del transcurso de casi todo este siglo, todo esto fue perdiendo su vigor, fue perdiendo su significación más profunda. Y por causa de eso, nosotros vemos que el rechazo de la homosexualidad va decayendo también.

Entretanto, digamos hace 20 años o hace 30 años atrás, esta presencia casi asidua de la homosexualidad en la televisión, en el teatro, etc., habría sido rechazada con indignación, no habría sido posible.

Hoy, por la propia infiltración de un estado de espíritu neopagano en que la homosexualidad es vista con negligencia, en esas condiciones, el cine y el teatro van abriendo las puertas para la penetración de esa costumbre profundamente antisocial. Es un hecho que yo, como brasilero, no puedo dejar de deplorar.

Deplorar tanto más profundamente, cuanto nosotros tenemos un territorio-continente, que es una espléndida dádiva de Dios y más inmediatamente una dádiva de la Historia.

Ese territorio no tiene mucha proporción con nuestra población: la población es exigua en relación al territorio. Y nosotros debemos, lo más posible, poblarlo.

Usted dirá: “Pero para esto, está ahí la inmigración”.

Pero ¿qué inmigración? Los países de Europa de los cuales nos venía antiguamente la inmigración y que, por tanto, poblaban tan provechosamente para nosotros nuestro territorio —italianos, portugueses, alemanes, etc.—, esos países hoy en día están con falta de poblamiento por causa de los nacimientos escasos y, por tanto, no hay habitantes para mandarnos.

Las poblaciones del África también disponen aún de áreas para ocupar en su propio continente.

O el Brasil por la fecundidad de sus uniones matrimoniales llena su territorio, o más temprano o más tarde vendrán naciones a alegar que el territorio brasileño constituye en las manos del Brasil un latifundio improductivo, en parte. Y que esta parte que es improductiva en nuestras manos debe ser dada a naciones que carecen de territorio para sus poblaciones —el Japón, por ejemplo— , y nosotros no tendremos argumentos persuasivos para evitar esos poblamientos que deben ser reservados preferentemente para los nacidos de brasileños.

Yo mencioné la población del Japón porque es la que me vino más normalmente al espíritu.

Yo aprecio la inmigración japonesa, pero como brasileño celoso de la identidad del Brasil consigo mismo, yo no querría que ninguna de nuestras extensiones territoriales fuesen ocupadas de forma monopólica, sólo por otra nación. Y, por tanto, yo, como brasileño, estoy ansioso de ver la natalidad crecer en Brasil y que ella llene las tierras del Brasil.

SBT-4: ¿Usted cree que el homosexualismo perjudica e interrumpe ese crecimiento de población tan importante para el país?
PCO –
¡¿Cómo no creerlo?!

Una vez que el homosexualismo consiste en la práctica de uniones estériles, ¿cómo no creer que esta fecundidad que nacería del legítimo casamiento o incluso de las uniones sexuales heterogéneas, es decir, de ambos sexos –legítimas según la naturaleza y no según la ley–, que esas uniones fecundas podrían llenar nuestras vastitudes?

Y el homosexualismo desvía de este acto fecundo personas que por esas u otras razones practican el acto sexual en condiciones forzosamente estériles.

SBT-5: ¿Usted cree que el homosexualismo es perjudicial al desempeño de la persona en el trabajo? ¿O hasta puede servir de mal ejemplo en el caso de un profesor, por ejemplo homosexual, que dicta clases a niños, etc.?
PCO –
El homosexualismo se conjuga con una cierta frecuencia con la llamada pedofilia, es decir, con las relaciones sexuales con niños, de adultos con niños.

Esa pedofilia es naturalmente la plaga de la educación, y es reprimida hoy en día por la legislación de innumerables países.

¿Cómo no pensar que es inconveniente que un profesor que esté dictando clases a alumnos de su mismo sexo, pero que se sienta atraído por éste o aquél de sus alumnos, no tenga su atención desviada del oficio de profesor para prestar la atención en estas predilecciones espurias y con eso bajar el nivel de su enseñanza?

SBT-6: ¿En alguna circunstancia la TFP permite la entrada de algún homosexual en sus cuadros?
PCO –
No, porque la TFP es una entidad de inspiración católica. Ella no es una asociación propiamente católica, es decir, ella no fue fundada por la jerarquía católica sino por un grupo de particulares laicos. Y ella, e los términos del Derecho Canónico, no habiendo sido fundada por la autoridad eclesiástica y no siendo dirigida por la autoridad eclesiástica, como realmente no lo está, ella es una entidad en ese sentido laica, pero de inspiración católica.

Es decir, todo su pensamiento oficial es Católico Apostólico Romano exactísimo, muy preocupado en ser fiel en todos los pormenores.

Por lo que yo le dije de las posiciones de la Moral católica con relación a la homosexualidad, Ud. comprenderá que nosotros nos sentiríamos violados en nuestra libertad religiosa si tuviésemos que recibir personas que practican una acción que es opuesta completamente a nuestra moral.

SBT-7: ¿Por qué Ud. cree que los homosexuales son muy discriminados, independientemente de la TFP, es decir, en la sociedad brasileña?
PCO –
Yo creo que los homosexuales son discriminados en la sociedad brasileña por la razón religiosa que hace poco le mencioné. es decir, como Ud. sabe bien, el Brasil es hijo de Portugal, y Portugal junto con España –la Península Ibérica, por tanto– constituyeron siempre un baluarte firmísimo de la Iglesia Católica.

Nosotros recibimos de nuestros mayores portugueses la rigidez y la coherencia en la Fe Católica, que modeló las costumbres del Brasil colonial, del Brasil Reino Unido, del Brasil Imperio y del Brasil República hasta hace algún tiempo atrás.

De allí proviene que la aversión católica al homosexualismo impregnó nuestras costumbres, constituyó una tradición y que esa tradición va viviendo. De allí esa discriminación, que ya fue mucho mayor.

SBT-8: ¿Cree Ud. que hoy el homosexual es más aceptado por la sociedad que antes?
PCO –
No hay un juego de palabras en la respuesta que le voy a dar: él es menos rechazado.

SBT-9: ¿Y Ud. cree que eso es peligroso?
PCO –
Sí, una vez que represente la desaparición de la censura social a un hábito que es contrario al orden natural de las cosas.

SBT-10: ¿Qué hace la TFP para combatir la proliferación del homosexualismo?
PCO –
La TFP es sin duda una sociedad bien extendida, bien dilatada por el Brasil y que, por otro lado, cuenta con más de 20 asociaciones hermanadas y autónomas, difundidas prácticamente en el mundo entero, si consideramos que ellas existen en los cinco continentes. Pero ella es una sociedad, a pesar de todo, con un poder de acción limitado tomando en consideración la extensión y la complejidad de los problemas modernos. Ella no puede llamar a sí la solución y ni siquiera el combate a todos los problemas modernos. Ella tiene que aplicar el principio hoy en vigor más que nunca, aplicado hasta con cierta exageración, el principio de la especialización. Y ella se ha especializado en ciertos puntos entre los cuales no está el homosexualismo.

Es esa la razón por la cual hemos hablado poco del asunto.

SBT-11: Para concluir, Ud. dice que el homosexualismo es una práctica inaceptable porque es una práctica sexual estéril.
PCO –
Sí...

SBT-12: ¿Y qué diría Ud. de la relación sexual de la mujer o del hombre estériles? Comparando las dos cosas, ¿es una práctica también, en fin, desaconsejable?
PCO –
No, yo no llegaría a esto. Si alguna cosa fuera hecha para que tal relación se tornase artificialmente estéril, esto sería desaconsejable.

Por ejemplo, la operación (que no tengo certeza, pero tengo la impresión, que se practica muy poco hoy –pero puedo estar engañado) de ligadura de las trompas, que evita que la mujer tenga hijos: ella es muy censurable, porque introduce artificialmente la esterilidad en un organismo capaz de reproducir, en un organismo naturalmente fecundo.

Pero si el organismo es estéril, sin nada de artificial —tomemos el caso concreto—, si se constituye un hogar y los esposos verifican por la práctica que sus relaciones sexuales son estériles, en eso no hay una violación de la ley natural porque no fue impedida la fecundidad. Fue practicada una acción de sí misma fecunda y que nada impidió que fuese fecunda, de manera que es un derecho de los esposos mantener las relaciones sexuales a pesar de la esterilidad.

Lo que es censurable, es la artificialidad con que la esterilidad es introducida en la vida conyugal de un matrimonio fecundo.

SBT-13: Si usted tuviese que dar un consejo ahora a un joven homosexual, que tiene relaciones homosexuales, ¿qué consejo le daría?
PCO –
Yo distingo, como la moral católica, un joven que tenga tendencias homosexuales pero que no atienda al clamor de esas tendencias —y que, por tanto, las vence—, de un joven que capitula delante de esas tendencias y, por tanto, cede a la práctica de la homosexualidad.

Si se trata de un joven que tiene tendencia para la homosexualidad pero que tiene bastante energía, bastante dominio sobre sí mismo para resistir a esa tendencia, yo diría a él que yo lo respeto y que yo lo admiro y que pido a Dios que continúe ayudándolo para que él se mantenga puro, sin práctica sexual condenable, que si él tuviera la posibilidad de casarse, que se case; yo sólo puedo elogiarlo en eso.

Ahora, si se trata de un joven que cayó en la práctica homosexual, yo no puedo dejar de ver en él una criatura de Dios. En cuanto criatura de Dios no puedo dejar de desearle el bien, la salvación de él. Y en cuanto criatura de Dios también no puedo dejar de tratarlo con dignidad y respeto. Por tanto, es en esos sentimientos que yo le diría a él lo siguiente: Mi estimado, yo comprendo que es difícil —es hasta heroico— que a una persona que abandonó la práctica de la pureza para dejarse arrastrar por una práctica como esa, le sea difícil abandonarla. Pero la experiencia muestra que es posible, desde que Ud. tome las precauciones necesarias para no ser arrastrado por esa práctica.

Es decir, que Ud. no se dé con personas que lo conviden para esto, no se meta en los ambientes en que esto se practica, y procure sobre todo desviar siempre sus miradas y sus pensamientos de prácticas de esa naturaleza. Si Ud. consigue esto, habrá conquistado una victoria brillante y yo no sólo lo felicitaré en esa ocasión sino que desde ya lo animo a iniciar su lucha.

Si Ud. no quiere, si Ud. prefiere no realizar ese esfuerzo realmente grande pero tan noble, para dar lugar a las fruiciones ilegítimas que su naturaleza desordenada procura, yo no puedo dejar de lamentarlo, de permanecer rezando para que Dios tenga pena de Ud. y un día lo toque por la gracia y lo levante para mejores disposiciones.


(*) La palabra portuguesa “homosexualismo”, aún no oficial en lengua castellana, significa la práctica homosexual, para distinguirla de “homosexualidad” que significa la mera inclinación o tendencia.









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