Viejas “novicias rebeldes”, ávidas de revolución; religiosas jóvenes, ávidas de sublimidad
Cada vez se hace más patente el contraste entre las viejas religiosas dadas a “activistas sociales”, modeladas por el obsoleto progresismo, y las jóvenes que buscan seriamente hacer de su vida conventual un camino de sublime ascensión espiritual.
Repentinamente, en agosto pasado un nuevo e inesperado protagonista entró a favor de la izquierda en la campaña presidencial norteamericana. Se trata de un grupo de veteranas monjas católicas ultra “progresistas” capitaneadas por la hermana Simone Campbell.
Esta singular religiosa pertenece a una congregación cuyo nombre, en verdad, no suena muy religioso: las “Hermanas del Servicio Social”. Ella integra también asociaciones interconfesionales con no católicos, y es la portavoz de un denominado “Lobby Nacional Católico por la Justicia Social” de Washington. Según el periódico “Folha de S. Paulo”, ese grupo de presión adoptó un feminismo radical, transformando a sus participantes en “las queriditas de la izquierda” norteamericana.
Ahora, esas monjas “calientaplazas” de Obama realizaron una publicitada caravana político-ideológica de 15 días, recorriendo 3800 km (como de Lima a Buenos Aires) en un bus que hizo 31 paradas para organizar protestas frente a las casas de diputados conservadores. ¿El motivo? Descontentas porque, según dicen, en el Vaticano hay “gente que quiere que nosotros nos quedemos atacando el ´matrimonio’ homosexual y el aborto” (¡como si oponerse a estos fuera un mal!), ellas prefieren hacer propaganda del programa de salud del presidente Obama, fuertemente socialista, que entre otras cosas impone y radicaliza prácticas anti familiares, y atacan a quienes se oponen al mismo.
Al llegar a Washington, las monjas se quedaron allí para organizar “vigilias” políticas, con el fin de pedir votos para el presidente Obama en el pleito presidencial de noviembre.
El periódico las llama “novicias rebeldes”. Rebeldes, ciertamente lo son; pero novicias... están todas entraditas en años, y además se han quedado sin continuadoras: merecido fruto de su desdén por la verdadera vida religiosa. Debido a la falta de reemplazo generacional, ese tipo de monjas ex “modernas”, “de vanguardia”, “activistas”, son hoy una especie en extinción.
Lo cual es inevitable: ¿qué joven mujer que sienta vocación de seguir a Dios va a querer parecerse a esas religiosas “ni chicha ni limonada”, vulgares y sin gracia, cuyo aspecto más aleja que atrae, sin ninguna señal externa que las identifique como dignas esposas de Jesucristo? Y que además se exhiben como si fuesen chiquillas, usando aretes y polos, collares en vez de crucifijos, y pareciendo haber olvidado que al paso del tiempo no perdona a nadie...
En contaste, crece el número de jóvenes que aspiran a llevar una vida religiosa auténtica, y por eso buscan Órdenes y conventos en estilo tradicional, que les ofrecen disciplina, silencio, oración, recogimiento, espiritualidad... donde puedan vestir un hábito y un velo que simbolice la sublime dignidad de su ideal religioso; donde tengan todo aquello que interna y externamente identifica a la verdadera esposa de Cristo.
Las veteranas ex “novicias rebeldes” blasonan su pretendido “compromiso evangélico” por los pobres, pero de hecho su campo de “testimonio” preferido es el del jet-set mediático-político izquierdista. Y contrariamente a lo que afirman, no exhiben actividad relevante por los pobres.
En cambio las religiosas jóvenes, despectivamente calificadas de “conservadoras” y hasta “reaccionarias” por la estricta disciplina religiosa que llevan, sacrifican sus vidas en la clausura, pero además sí se dedican, silenciosa y anónimamente, a la educación de los niños, a la salud de los enfermos y de los ancianos más necesitados, a las mil formas de caridad que la Iglesia siempre ejerció.
Y aunque los reflectores de la propaganda no estén enfocados para nada en esas religiosas jóvenes y “conservadoras”, delante de Jesucristo ellas no serán heroínas anónimas.
La macropublicidad no pierde oportunidad de promover a aquellas que hace 40 o 50 años, cuando la teología de la liberación quiso ser moda, asumieron el papel fashionable de “novicias rebeldes”, pero que hoy, frustradas, van raleando inexorablemente. Como esos hippies viejos que todavía se exhiben montando ofuscantes Harley Davidson, o como los no menos exhibicionistas caviares limeños....
Pero por más ruidosa que sea esa publicidad, es vana: los vientos de la historia soplan en dirección opuesta, hacia un futuro en consonancia con la Tradición. Como bien afirmó Pío XII, progreso sin tradición es “un salto en la oscuridad”.
¿Y qué es la Tradición? — En su acepción más alta, decía Plinio Corrêa de Oliveira, es la continuidad de la acción de un Ángel a través de la Historia.
Las jóvenes monjas que abrazan una vida religiosa tradicional son, pues, aliadas de los Ángeles.
Fuente:
Noviças rebeldes, “Folha de S. Paulo”,17-7-2012; http://www1.folha.uol.com.br/fsp/mundo/54951-novicas-rebeldes.shtml
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