¿A quién sirve la locura disfrazada de “cristianismo”?
Tras los monstruosos atentados terroristas del 22 de julio en Oslo, que han estremecido al mundo, circularon versiones de que su autor, Anders Behring Breivik, sería un acérrimo defensor del “cristianismo”. Saliendo al cruce de tales versiones, el reputado historiador y sociólogo de la religión Massimo Introvigne, dirigente de la Alleanza Cattólica de Italia, explicó que las motivaciones del autor de la horrenda masacre no tienen nada que ver con el cristianismo, ni siquiera con ramas del cristianismo fundamentalista.
Motivaciones anticristianas
Bajo el seudónimo “Andrew Berwick”, explica Introvigne, Behring ha expuesto su ideología y metas en el libro 2083 – Una declaración de independencia europea, difundido en un sitio codificado en Internet el mismo día de los atentados, 22 de julio.
“La autenticidad del texto —explica Introvigne— parece confirmada por por el hecho de que incluye detalles sobre la vida privada y familiar de Breivik, y sobre la preparación del atentado, cuyo objetivo, entre otras cosas, nunca es mencionado, que sólo el terrorista podía conocer y es coherente con otros escritos de Breivik”.
Una tercera parte del texto de 1.500 páginas recoge escritos de otros autores contra el islam y la inmigración, entre ellos “el blogger noruego Fjordman, verdadero padre espiritual del terrorista, de quien cita un escrito, según el cual, después de la Edad Media, el cristianismo —cuyos únicos aspectos eran de origen pagano— se ha convertido para Europa en ’una amenaza peor que el marxismo’”.
Otro tercio del volumen ofrece material autobiográfico de Breivik, detalles sumamente minuciosos sobre las armas, las tácticas militares y explosivos, y un alucinante diario sobre la preparación del atentado.
Ideología confusa, hacia una nueva religión anticatólica
“La parte más interesante” del libro, afirma Introvigne, “es la ideológica, que explica las motivaciones de atentado y las ideas de Breivik”.
El terrorista habría fundado, en 2002, en Londres, junto a otros activistas, la “Orden templar de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón”, inspirada en los grados templarios de la Masonería, una organización de la que también forma parte Breivik y a la que alabó por su “papel esencial”, pero a la que considera incapaz de pasar a la acción militar.
La supuesta Orden es una perfecta y caótica ensalada intelectual, abierta a “los cristianos, cristianos-agnósticos y ateos-cristianos”, es decir, a todos aquellos que reconocen la importancia de las raíces culturales cristianas, “pero también a las judías e ilustradas”, así como a las “paganas y nórdicas” por oponerse a los “verdaderos enemigos”, el islam y la inmigración.
“Lejos de ser un fundamentalista cristiano —aclara Introvigne— Breivik, bautizado en Iglesia Luterana de Noruega, se define un ’cristiano cultural’, cuya reivindicación de la herencia cristiana tiene [apenas] una función instrumental anti-islámica”.
El terrorista reitera que no es un nazi (“si hay una figura que odio es Adolf Hitler”). Su ideología político-religiosa es pro-semita y pro-israelí, y sueña con una gran alianza de los pueblos nórdicos y los judíos para luchar contra el enemigo que le obsesiona, el Islam.
Las iglesias, según el criminal, no están dispuestas a luchar contra el Islam. Por ello, propone un Gran Congreso Cristiano Europeo del cual nazca una nueva “Iglesia Europea” y anti-islámica. Y amenaza directamente al Papa Benedicto XVI, que según él “ha abandonado el cristianismo y a los cristianos en Europa y debe ser considerado un Papa cobarde, incompetente, corrupto e ilegítimo”.
El terrorismo, un “martirio”...
Los “justicieros Templarios” de Breivik deberían promover tres fases de la “guerra civil Europea”, explica el sociólogo.
“En la primera (1999-2030), deberían despertar la conciencia dormida de los europeos a través de ’ataques sobrecogedores de las células clandestinas’, desencadenando la acción de ‘grupos que utilizan el terror’: grupos pequeños, incluso de una o dos personas.
En la segunda fase (2030-2070), se debe pasar a la insurgencia armada y a los golpes de Estado; en la tercera (2070-2083), a la verdadera guerra en contra de los inmigrantes musulmanes.
Breivik es consciente de que los ataques de la primera fase transformarán a los conspiradores en terroristas odiados por todos, pero ésta es la forma del “martirio templario” que busca. Los objetivos de “los ataques sobrecogedores” son los partidos políticos: el Partido Laborista Noruego, en primer lugar, pero también apunta contra los partidos europeos que boicotearían de diferentes maneras la guerra al Islam. Escribe amenazas contra partidos políticos italianos cómplices de esta acusación y contra Benedicto XVI.
Amenazas latentes en un Occidente sin rumbo
“Queda por ver si es verdad o puro delirio —concluye Introvigne— la afirmación de que los neo-templarios de Breivik no se reducen a él solo, sino que abarcan a otras personas que, según el texto, se estarían entrenado en África y en otros lugares por los criminales de guerra serbios, a quienes el terrorista considera como héroes. Si fuese verdad, la amenaza contra Italia y el Papa debe ser tomada en serio”.
En suma, Breivik es un instrumento de la Revolución anticristiana, un agente del caos. Es un característico y trágico ejemplo de un Occidente desequilibrado y sin rumbo, que habiéndose apartado de los valores de la Fe y de la sabiduría de la Iglesia, naufraga en la orfandad espiritual y en el desconcierto ideológico.
Fuente: Agencia Zenit, 24-07-2011 - http://www.zenit.org/article-40015?l=spanish
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