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La ex-PUCP, más “ex” que nunca

25 de mayo de 2015, 00:37, por Pedro Pinto

Fátima se cree el cuento chavista de que Jesús vino al mundo a hacer política, y política de la peor: socialismo.
Feminismo no es eliminar vida inocente, no es ser irresponsable de vagabundear en la cama para luego matar al ser humano engendrado. Feminismo es reclamar derechos y adquirir compromisos iguales a los de los hombres, no ser igual a los hombres, ni negar su naturaleza y su papel de mujer.
La Iglesia es la institución que más ayuda presta a la sociedad, no sólo en el orden espiritual, sino también en el material. Que Fátima no lo reconozca o lo niegue, no cambia la realidad.
Hipocresía es sentarse muy cómoda sin hacer nada bueno por nadie y ponerse a criticar a los que sí hacen... y mucho.
No tener una identidad de género es perversión, pues basta mirarse en el espejo para saber si es de sexo masculino o femenino. (Pervertir es perturbar el orden natural.)
Idiotez es negar que resulta preferible lo normal, como el caso de una familia de buen padre, buena madre y sus hijos. Eso no excluye otras posibilidades, pero trae consecuencias, como el descriterio y el resentimiento exhibidos por Fátima. Si lo normal no es posible por la falta de compromiso de los padres o por lo que sea, es muy diferente a que no sea posible por capricho hedonista e irresponsable.
En cuanto a que Fátima sea buena persona parece dudoso, pues si vive como piensa, las únicas parte donde es aceptada son en ambientes irregulares.
Que Fátima no sea católica es una suerte para la Iglesia. Una Iglesia que no esclaviza, pues un esclavo no puede librarse de su amo; en la Iglesia cualquiera puede entrar y salir a su antojo.
Mentir para quedar bien no es ser una buena persona. Así, la Iglesia no condena por divorciarse, porque en la Iglesia no hay divorcio. Tampoco condena por separarse, si esto es la mejor solución. Y no es la Iglesia la que condena el adulterio de su abuela o de su papá, sino Jesús, en el que Fátima alega creer y a cuyas enseñanzas dice que se apega, pero las ataca. La Iglesia tampoco condena la igualdad de derechos y libertades, sino el libertinaje que lleva a la inmoralidad, realidades éstas de las que Fátima es defensora incondicional.
Y si los autores de este blog no son del gusto de Fátima, la Red está llena de blogs con ideologías afines a las de ella, donde será bienvenida, porque en éste no va a encontrar condescendencia con sus majaderías.

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