Sin duda uno de nuestros santos más populares y queridos, que por sus cualidades, virtudes y hechos extraordinarios es también el más ilustre de los peruanos. Las circunstancias adversas de su origen —nacido de la unión ilícita de un hidalgo español, Don Juan de Porres, con Ana Velásquez, negra liberta— no fueron obstáculo para que la Divina Providencia lo colmara de virtudes y dones naturales y sobrenaturales.
“La Divina Providencia jamás se declara en bancarrota” . Con esta frase de San José Cottolengo concluí un editorial de “Radici Cristiane” de noviembre de 2008, en el que comentaba la tumultuosa ola levantada por la crisis financiera norteamericana, que comenzaba a cubrir a Europa.
Desde entonces la tempestad se ha ampliado, hasta convertirse en un verdadero tsunami. Hoy la frase de Cottolengo es más actual que nunca, y lo será cada vez más en los tiempos difíciles y confusos que nos esperan.