No creo que sirva rezar por estos periodistas blasfemos que murieron.
Jesús fue claro: todo pecado se perdona, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se perdona ni en esta vida ni en la otra (Mt 12, 31-32).
Y la más asquerosa de esas caricaturas es una flagrante blasfemia simultánea contra el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Yo creo incondicionalmente en lo que reveló Jesús, por lo tanto no rezaré por ellos, sino por almas a las que sí se les pueda aplicar mi rezo.
No todos pintaron la repugnante caricatura, podrá decir alguien.
Pero todos estuvieron de acuerdo en su publicación, ninguno renunció, y el cómplice es tan culpable como el autor.
No creo que sirva rezar por estos periodistas blasfemos que murieron.
Jesús fue claro: todo pecado se perdona, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se perdona ni en esta vida ni en la otra (Mt 12, 31-32).
Y la más asquerosa de esas caricaturas es una flagrante blasfemia simultánea contra el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Yo creo incondicionalmente en lo que reveló Jesús, por lo tanto no rezaré por ellos, sino por almas a las que sí se les pueda aplicar mi rezo.
No todos pintaron la repugnante caricatura, podrá decir alguien.
Pero todos estuvieron de acuerdo en su publicación, ninguno renunció, y el cómplice es tan culpable como el autor.