Sin dudas que la progresía autodemoliente de lo católico está en retirada, porque se cumplió el tiempo suficiente para que su gramscianismo careta se desenmascare. Y gran parte de esta retirada se debe al vigor del Magisterio de Juan Pablo II y Benedicto XVI y a la suma de Obispos, sacerdotes y laicos fieles, "cristifideles laici". Tiene toda la razón el cardenal Cipriani, las Universidades católicas tienen que ser tales. Cuando esto vuelva a suceder en las congregaciones y órdenes, que se renueven, sí, pero dentro de la Iglesia, también habrá reidentificación y renovación, y vocaciones.
Como escribo desde Argentina, uno ve que congregaciones como el Verbo Encarnado, Opus Dei, FASTA, Schönstatt, y otras, de claro sesgo y mirada católica, se llenan de vocaciones, mientras que muchas otras, copadas por la progresía, languidecen y agonizan. Pero para convertirse, para rectificar, hay que ser noble y magnánimo, cosa que en los "progres" brilla por su ausencia.
Sin dudas que la progresía autodemoliente de lo católico está en retirada, porque se cumplió el tiempo suficiente para que su gramscianismo careta se desenmascare. Y gran parte de esta retirada se debe al vigor del Magisterio de Juan Pablo II y Benedicto XVI y a la suma de Obispos, sacerdotes y laicos fieles, "cristifideles laici". Tiene toda la razón el cardenal Cipriani, las Universidades católicas tienen que ser tales. Cuando esto vuelva a suceder en las congregaciones y órdenes, que se renueven, sí, pero dentro de la Iglesia, también habrá reidentificación y renovación, y vocaciones.
Como escribo desde Argentina, uno ve que congregaciones como el Verbo Encarnado, Opus Dei, FASTA, Schönstatt, y otras, de claro sesgo y mirada católica, se llenan de vocaciones, mientras que muchas otras, copadas por la progresía, languidecen y agonizan. Pero para convertirse, para rectificar, hay que ser noble y magnánimo, cosa que en los "progres" brilla por su ausencia.