ANÁLISIS – ELECCIONES 2016

Familia: la lección de México y los católicos peruanos

Aviso en Facebook de nuestro pronunciamiento "Los católicos, las elecciones y el futuro de la familia".

Tras una reñidísima segunda vuelta el Perú tiene nuevo presidente, Pedro Pablo Kuczynski. Y de un proceso electoral accidentado y bochornoso hasta extremos nunca vistos emerge un país políticamente polarizado.

Analizada en su aspecto más aparente y obvio, la victoria del Sr. Kuczynski fue pírrica (por apenas 0,24% de votos) y lo deja en una posición bastante incómoda para gobernar, dado que su heterogénea —y por eso mismo frágil— coalición electoral deberá lidiar con un Legislativo mayoritariamente opositor y cohesionado. A esto se le suma en el terreno económico un contexto internacional fuertemente desestabilizado, a cuyos bruscos vaivenes la economía peruana está particularmente sujeta, lo que la vuelve más vulnerable que otras de la región.

Lobbies LGBT suplantan a la extrema izquierda convencional

Pero por encima de este aspecto visible para cualquier ciudadano común, hay otro aspecto más profundo y sin duda mucho más importante y decisivo para el futuro del país, que fue misteriosamente excluido de los debates, y que ciertamente volverá a hacerse presente con fuerza no bien asuma el nuevo gobierno. Se trata de la enorme ofensiva político-publicitaria y financiera contra la familia, llevada a cabo también en el Perú por poderosos lobbies internacionales.

En momentos en que el “socialismo del siglo XXI” entra en un irreversible eclipse en toda América Latina tras haber asolado Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y sus demás aliados, con niveles de corrupción política y derrumbe económico y social sin precedentes, surge para tomarle la posta el nuevo extremismo de izquierda cultural, encabezado por los lobbies abortistas, LGBT y promotores de la ideología de género.

Esos lobbies comandan la actual ofensiva anti-familia. Ellos representan en el siglo XXI lo que fueron en el siglo XX los partidos socialistas y comunistas, de los cuales son genuinos herederos como punta de lanza revolucionaria. Y acometen su tarea asociados —¡quién diría!— a los elementos libertarios de la mal llamada “derecha” liberal.

Su objetivo es hacer realidad la consigna anarquista de Marx y Engels; “¡Abolición de la familia!”. Y los liberales que apoyan sus reclamos están, quiéranlo o no, mucho más cerca de la meta final del marxismo —la anarquía— que los comunistas convencionales de viejo cuño. Es el caso, por ejemplo, del periodista libertario criollo Aldo Mariátegui comparado con su antepasado comunista José Carlos Mariátegui, quien jamás habría osado proponer “uniones civiles” y otras alucinaciones LGBT que su descendiente ahora apoya.

Después de la debacle del "socialismo del siglo XXI" surge para tomarle la posta el nuevo extremismo de izquierda cultural.

Tradición y Acción en defensa de la familia peruana

Como tuvimos ocasión de señalar en nuestra declaración Los católicos, las elecciones y el futuro de la familia  [1], contrarrestar esa ofensiva antifamila es la gran batalla que le espera al Perú. El asalto de la revolución homosexual-abortista no demorará. Y los católicos seremos llamados a defender la vida, la familia y la sociedad a todo nivel y por todos los medios lícitos. Si lo hacemos con inteligencia y determinación, tenemos todas las de ganar, ya que este tema es uno de los que más preocupan a la población.

Lo demuestra la receptividad a nuestra declaración del 13 de mayo sobre las elecciones. Jóvenes propagandistas difundieron en campañas públicas realizadas en las tres mayores ciudades del país miles de volantes que invitaban a leerla en Internet. Avisos en el mismo sentido fueron publicados en diarios de Lima y Arequipa. Sumados a 200 mil avisos colocados en Facebook, nos permitió superar récords de visitas al documento y recibir miles de adhesiones.

“Tsunami conservador” derrota la ofensiva LGBT en México

Y si bien el establismnent político y mediático peruano hizo un “silencio ensordecedor” sobre el tema, esto también se explica: pues si se generaba discusión doctrinal al respecto los lobbies LGBT se exponían a una derrota fragorosa.

Un hecho reciente ocurrido en México muestra bien lo que habría podido (y aún podrá) ocurrirles a esos lobbies también aquí. El 5 de junio se realizaron elecciones para gobernadores de 12 estados mexicanos —por coincidencia el mismo día de la elección peruana. Tres semanas antes, el 17 de mayo, el presidente Enrique Peña Nieto había anunciado que promovería una reforma constitucional para reconocer el “matrimonio” homosexual. De inmediato se suscitó una enorme reacción nacional, encabezada por la Iglesia Católica y también por organizaciones evangélicas.

La Arquidiócesis de México acusó al gobierno de “promover el estilo de vida homosexual desde la tierna infancia” y auspiciar “que los niños puedan cambiar de género”. El obispo de Aguascalientes, Mons. José María de la Torre, sostuvo que “Peña Nieto está en manos del lobby homosexual instrumentalizado por las Naciones Unidas”. La Conferencia Episcopal mexicana publicó un contundente comunicado destacando que en ningún caso puede haber “analogías, ni siquiera remotas” de parejas de homosexuales con el matrimonio y la familia. Más de 1000 organizaciones reunidas en el Frente Nacional por la Familia (FNF) se lanzaron en campaña contra la propuesta presidencial, y la víspera de la elección 2 mil grupos evangélicos también declararon su rechazo a la misma, relata el periódico español “El País”.

El resultado de esa “embestida conservadora”, como la califica el mismo diario, fue el “hundimiento” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Peña Nieto: sufrió una pesada derrota en la elección, perdiendo 7 de 12 gobernaciones a manos del derechista Partido de Acción Nacional (PAN). Todos los analistas políticos coinciden en reconocer que la derrota se debió al apoyo del PRI a la farsa de “matrimonio” homosexual, masivamente rechazada por la población. El gobernador electo de Aguascalientes, Martín Orozco, admitió que ese rechazo “le ’ayudó’ a ganar”. Hasta los propios dirigentes oficialistas, como el ex candidato presidencial Francisco Labastida, advierten alarmados que tal paso en falso “complica” sus chances para las próximas elecciones presidenciales de 2018.

Evidentemente la ofensiva LGBT buscará desquitarse en base a coacciones judiciales, político-financieras, etc. Pero el artículo de “El País” concluye señalando cuál es el gran miedo de sus promotores: que “el tsunami conservador les quite “en la calle” lo que estaban logrando a base de argucias legales, “y que la iniciativa de Peña Nieto muera en un cajón ante el poco éxito electoral cosechado” [2].

¡Toda una lección de lo que debe hacerse en el Perú!







[2“El País”, Edición América, 9 de junio 2016, pág. 8.





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