CAE OTRO MITO “VERDE”

Ambientalismo: un fraude más al descubierto

Llueven los cuestionamientos a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático – COP20, que se realiza en Lima con bombos, platillos, sirenas y... gastos faraónicos. Toda la farándula ambientalista mundial, encabezada por el desacreditado ex vicepresidente norteamericano Al Gore, está en Lima para saturarnos con más de lo mismo, el fantasma del “calentamiento global antropogénico”. Paralelamente se urden otros fraudes similares como el de la “isla de basura flotante”, pero con el mismo resultado. Nuestro colaborador Luis Dufaur lo cuenta con sabrosos detalles.

Buque oceanográfico Hespérides que fue puesto a disposición de la expedición Malaspina por la Marina española.

EXPEDICIÓN DESCUBRE QUE INMENSA “ISLA DE BASURA FLOTANTE” ERA FICCIÓN AMBIENTALISTA

Luis Dufaur


Había una vez una inmensa isla de basura flotando por el Pacífico. ¿Apenas una isla? ¡Un subcontinente! De acuerdo con el movimiento ambientalista, mide en torno de 700.000 kilómetros cuadrados, tal vez hasta 15 millones, y se habla de hasta dos veces el tamaño de los Estados Unidos (cfr.: Wikipedia, Great Pacific garbage patch).

¿Pero solamente una isla? ¿Por qué no varias, o hasta muchas, intoxicando el mayor océano del mundo? La carrera hacia el delirio en las denuncias de “catástrofes ecológicas” va de ahí para peor.

La inconmensurable “masa plástica” generada por el consumismo capitalista –porque sólo éste podría haber producido semejante monstruo– tendría incluso sus equivalentes en otros océanos y mares.

Peces de variadas especies morían intoxicados y caminaban hacia la extinción; los océanos se acidificaban y perdían el oxígeno, volviéndose desiertos líquidos poblados por la muerte, allá donde otrora hubo simpáticos seres vivos.

Algo tan inmenso y tan grave debería haber sido visto por alguien en alguna parte, en algún momento y de alguna forma.

Pero, de hecho, nunca fue visto, exceptuadas imprecisas observaciones de viajeros o de deportistas. Ni siquiera los satélites conseguían fotografiarlo. Para nuestros incorregibles verdes, las características de este basural colosal y asesino impedían que aparecieran en las fotos...

La llamada “Gran Isla de Basura del Pacífico” o “Gran Sopa de Basura del Pacífico” fue imaginada por primera vez en febrero de 2008 en el site de la BBC y en el nada independiente diario izquierdista británico “The Independent”.

El aterrador espantajo fue glosado por los medios sensacionalistas, empeñados en esparcir escenarios ambientalistas apocalípticos.

Pero nadie nunca había analizado, medido, proporcionado un parecer científico ponderado sobre el tema. Y los “verdes” por cierto nunca harían alguna cosa que enfriara el hervidero anticapitalista.

La espantosa fantasmagoría finalmente motivó que entrara en juego el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, la mayor institución pública del país, dedicada a la investigación científica, y la tercera mayor en importancia de Europa.

El CSIC, entonces, lanzó “el mayor proyecto interdisciplinar que se ha hecho sobre cambio global”, de acuerdo con información del periódico El País de Madrid.

El presupuesto total fue de seis millones de euros, a los que se suman los gastos de dos navíos oceanográficos de la Marina española —el “Hespérides” y el “Sarmiento de Gamboa”– asignados a la tarea.

El trabajo implicó la circunnavegación del planeta entre 2010 y 2011 –35.000 millas náuticas– y fue bautizado “proyecto Malaspina”, en recuerdo de la histórica expedición en el siglo XVIII del científico Alejandro Malaspina.

El oceanógrafo Carlos Duarte fue el principal responsable y presentó los resultados de la expedición a 80 científicos reunidos especialmente en Barcelona, en septiembre de 2014.

Carlos Duarte, responsable de la expedición Malaspina: "Esa famosa isla de plásticos no existe".

“Esa famosa isla de plásticos, supuestamente entre la costa estadounidense de Oregón e Hawai, no existe”, afirmó tajantemente Carlos Duarte.

Explicó que hay cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto, en zonas aisladas donde la circulación oceánica concentra la contaminación, pero que no es una isla, ni siquiera cinco islotes. E incluso en esas zonas la concentración es irrisoria: 200 gramos por km2.
“No es la tal isla de que tanto se habla”, concluyó Duarte.

El oceanógrafo presentó un diagnóstico de la salud de los mares, susceptible de causar profundo disgusto a los apocalípticos verdes y a devolver el sueño a las personas sensatas.

Se trata, sumando y restando, de buenas noticias:

“El océano global está mejor de lo que pensaba: la capacidad de degradación de los contaminantes y plásticos es mayor de lo que creíamos; las medusas no están aumentando globalmente [como se temía en virtud del pánico del cambio climático]; la acidificación del agua es menos severa en sus efectos biológicos de lo estimado, y las reservas de peces son entre 10 y 30 veces superiores a los cálculos previos, y no se pescan”, dijo.

El diagnóstico es francamente positivo, pero no quiere decir que no existan problemas. La ciencia está allí para ocuparse de ellos, visualizándolos con objetividad y sin dejarse llevar por los “cucos” verdes inventados en cómodos laboratorios de rumores políticos, ideológicos o periodísticos.

Otro dato positivo: la contaminación por residuos plásticos remonta a los años entre 1950 y 1980, y desde aquellas décadas no ha crecido. Aunque la fabricación de esos productos aumentó mucho, no así el área perjudicada.

Científico de la expedición Malaspina en pleno trabajo.

Duarte presentó varias hipótesis para ello: degradación intensiva a causa de microrganismos; fragmentación en partículas tan pequeñas que huyen de medición, consumo animal, etc. “No sabemos”, dijo Duarte, mientras explicaba que “en realidad hemos encontrado solo el 1% de lo que debería haber” de basura oceánica.

También los sondeos de la biomasa de peces en profundidades entre 400 y 700 metros, donde la luz solar no penetra, trajeron sorpresas positivas. “Se trata de peces de 5 a 20 centímetros de tamaño y mucho más abundantes que lo que se pensaba, entre 10 y 30 veces más”.

“Se pensaba que las aguas en esas latitudes son prácticamente un desierto, y no es así. La vida se esconde en las profundidades durante el día ... aproximadamente una tercera parte de esos peces ascienden de noche para alimentarse”, agregó.

La expedición Malaspina recogió entre 4.000 y 5.000 muestras de material. Esas muestras están ahora almacenadas en cuatro sedes principales: la Universidad de Cádiz, el Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) de Barcelona; el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, también del CSIC.

Duarte presentó razones para el pesimismo, pero de otra naturaleza, relacionadas con la falta de científicos habilitados para aprovechar toda la información obtenida.

Itinerarios de la expedición Malaspina (Hacer click sobre la foto para agrandarla).

Es claro que los autoproclamados salvadores “verdes” de los océanos no se van a presentar para ese trabajo. Y ni siquiera se sabe si están capacitados para hacerlo.

Sus habilidades están en hacer agitación, ya sea en congresos mundiales sobre medio ambiente, o con golpes de efecto como la absurda autopromoción de Greenpeace que afectó las líneas de Nasca, o desde cómodas oficinas burocráticas de ONGs, de partidos de izquierda o de la ONU, aparte de las facilísimas exageraciones mediáticas.

Hay trabajo para muchos años y faltan científicos serios, pues estos no reciben asignaciones o remuneraciones proporcionadas para hacer estudios metódicos, teniendo en vista el equilibrio entre el bien de los océanos y el progreso de la actividad humana.

Además, un científico serio comete con frecuencia lo que para la inquisición de la religión neocomunista verde, es el peor de los crímenes: ¡decir cosas objetivas y sensatas!

Vea también: EL FRAUDE DEL "CALENTAMIENTO GLOBAL"










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  • Desgraciadamente mi obispo, el obispo Marc Stenger de Troyes (Francia) estaba miembro del encuentro de Lima. Encargado de ecologia por los obispos franceses. Es un ecologista-liberationista con numerosos contactos en America Latina. Individuo muy peligroso !

    • Lamentablemente no nos extraña esa posición absurda de Mons. Stenger. Algunos Sres. Obispos del Perú también firmaron ahora una petición para acabar con el consumo de combustibles fósiles. ¿Por qué esos Prelados no dejan de inmiscuirse en temas que no son de su competencia, que cabe a los especialistas tratar, y se dedican a su misión espiritual de guiar a un rebaño cada vez más ignorante de las verdades de la fe y moralmente desorientado, precisamente por la negligencia de sus pastores? ¿Piensan acaso que Jesucristo no les pedirá cuentas?

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