LOS FRUTOS DE LA EXTRAVAGANCIA

Incendio en discoteca: coincidencias sugestivas, pregunta ineludible

Alejandro Ezcurra Naón

El atroz incendio que en cuestión de minutos segó las vidas de cientos de jóvenes atrapados en una discoteca del Brasil, obliga a una indispensable reflexión. No es la primera vez —ni probablemente será la última— que tragedias de esta naturaleza ocurren. Más bien, se han vuelto relativamente frecuentes desde hace algún tiempo, y se relacionan con ciertos estilos de diversión de masas que hoy se busca imponer a la juventud, caracterizados por un afán de sensaciones cada vez más extremas, frenéticas y desvariadas.

“Apetito de extravagancia total”

Ese afán fue descrito por Plinio Corrêa de Oliveira, en un artículo expresivamente titulado “Apetito de extravagancia total" [1]. Se trata, explica él, de un ansia que, por medio de los mecanismos de la moda, es inoculada a “la parte más frágil del organismo social, que es la más propensa a la extravagancia, a las sensaciones violentas o superextremadas, a la evasión de la lógica, del sentido común y de la realidad”. Este sector se vuelve fácil presa de “elites sofisticadas, deterioradas, divorciadas de la realidad y carentes de sentido del deber”, para las cuales “todo es objeto de exhibición y juego (...). Y en el centro de ese juego está el campeonato de las vanidades. Cada cual está contento con tal de que consiga exhibirse. Y como el proceso más cómodo para exhibirse es ser extravagante, de ahí resulta la alborotada carrera rumbo al disparate total” .

Cómo sería interesante analizar este fenómeno en el Perú, donde no faltan ejemplos bien característicos de este exhibicionismo que desvirtúa la vida social, convirtiéndola en una perpetua farándula…

Sin duda, añade el autor, tal juego tiene sus riesgos: por ejemplo, “hay muchos que cuando comienzan a usar drogas, lo hacen sólo para mostrarse. Pero acaban arrastrados por el vicio. Es la triste marca de los que juegan con fuego, aunque sea por mero esnobismo. «El que ama el peligro, en él perece», dice el Espíritu Santo (Eclo, 3, 27)...”.

Y en ese caminar de extravagancia en extravagancia, se llega a la extravagancia total, el desorden extremo.

¿Conexión con lo preternatural?

Todo esto pertenece al mundo de lo irracional. Y en el extremo de lo irracional aparece otro elemento, que no debe subestimarse: lo oculto, lo preternatural, que a su vez desemboca en el satanismo... Hacia esas tenebrosas profundidades conduce la búsqueda de paroxismos de sensaciones, cada vez más alucinadas y extravagantes.

Son muy sugestivos en ese sentido los datos que sobre el incendio de la discoteca “Kiss” suministra Dilson Kutscher, periodista y bloguero católico brasileño, que apuntan a una conexión con lo preternatural. Transcribimos sin comentarios su descripción, pues habla por sí sola:

“Vean qué interesante, sobre la banda que tocaba en la boîte, en la tragedia ocurrida en la ciudad de Santa María.

“El anuncio publicitario de la banda era una calavera en llamas y en el fondo varias calaveras danzando también en llamas.

“Noten que en la parte superior también todo se incendia. ¿Será apenas una mera coincidencia?

“Un Blog llamado Libertar hace además las siguientes observaciones sobre el hecho:

Un póster que lo dice todo

“¿Saben quién es la persona que se fotografió al lado del cartel de la banda?
“Fue él quien arrojó la luz de bengala que comenzó el «incendio accidental»
.

“Lo más extraño, la última música que fue tocada [antes del incendio] fue Die Young, que traducido significa Morir Joven.

“Además de todo esto que ya es super extraño, en la página de la discoteca Kiss en Facebook fue publicado esto: «Hoy tenemos la banda Gurizada, la Kiss VA A ARDER». Luego del incendio, el post fue borrado. Extraño, ¿no?” [2]

De nuestra parte agregamos un detalle: las figuras humanas que ilustran el póster coinciden significativamente con muchas descripciones del fuego del infierno, por ejemplo la visión que de ese lugar tuvieron los pastorcitos de Fátima, así relatada por la Hermana Lucía:

“Vimos como un mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas y con forma humana, que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían juntamente con horribles nubes de humo, cayendo hacia todos los lados. Semejantes al caer de pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos  [3].

* * *

No hay cómo evitar, pues, la pregunta del bloguero brasileño: todas estas coincidencias, ¿serán meras coincidencias? Dejamos la respuesta a los que todavía usan su mente para esa saludable operación llamada pensar; a los que no sucumbieron a la manía de sensaciones...







[1Plinio Corrêa de Oliveira, Apetito de extravagancia total, “Folha de S. Paulo”, 9-4-1972.

[3Memorias de Lucía, la vidente de Fátima, Introducción y notas del P. Joaquín María Alonso, Ediciones “Sol de Fátima”, 5a Edición, Madrid 1995, pág. 148.





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